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El falso misticismo

Primero fue la comida china. Después fueron el sushi y los tatuajes de caracteres asiáticos. Después el cine, la literatura, el sello "made in China" o cualquier otro país del Este Asiático en todos los productos que vestimos, ingerimos y utilizamos, y ahora, la medicina. La sociedad occidental sufre un auge de productos que vienen del extremo oriente, y que son naturalmente "alternativos", pues resalta su peculiaridad.

Todos, además, signo de fina estampa y sofisticación, pues como nos enseña la nueva epopeya a la cultura popular (Los Reyes evidentemente), los camioneros no saben comer con palitos chinos, y se espantan con el pescado crudo. Sin embargo, si tienen la oportunidad de hablar con japoneses, se darán cuenta que el sushi para ellos es todo menos una comida tradicional tal y como nosotros la entendemos. Para celebrar sus fechas importantes (como el día en el que florecen los cerezos, un cumpleaños, o...la navidad), hice la labor de averiguar, es usual verlos en KFC o Mc.Donalds. La comida China que se come de Europa hacia el Occidente es bastante diferente a la que comen los chinos, y en Indonesia, a diferencia de los comensales de Harrys Sasón, usan la mano para ingerir los alimentos y no palitos Chinos.

Pero claro, decir que todos estos elementos son apropiados y transformados no es nada nuevo. Lo que me interesa comentar es cómo estos elementos son apropiados con la idea de que son consecuentes con una mejor manera de vivir. Las culturas asiáticas nos llegan, en forma de sancocho porque nadie diferencia un chino de un malayo, como una alternativa al capitalismo enfermo. Ahora es posible ver aberraciones como gerentes de empresas que hacen yoga una o dos veces a la semana porque es un ejercicio muy completo y no demanda tanto tiempo como ir al gimnasio. Enfermos de todo tipo que buscan en la acupuntura o en la reflexología la solución a sus problemas. Sin embargo, que yo sepa, el único aporte que ha hecho la medicina China a la medicina mundial es un aporte literario en la vacuna (esa sí, efectiva) contra la malaria.

La costumbre China de comer alimentos para ganar poderes ha acabado con varias especies, y aún cuando el tigre asiático es protegido por ser una especie en vía de extinción, por ejemplo, es posible conseguir bocados en algunos restaurantes "made in China". Ni qué hablar del efecto que ha tenido la costumbre de ingerir restos fósiles sobre la paleontología, y como si fuera poco, de la malsana costumbre de comer gatos y causar la pandemia de gripa que amenaza hoy día la humanidad. Y con el argumento de que son "culturas más sanas" consumimos sin reflexionar todos sus productos, sin pensar si quiera si son compatibles con nuestras nociones (por ejemplo, la idea de "cuerpo" sobre la que se construye nuestra medicina y con la que nos explican los principios de la acupuntura es radicalmente diferente a la manera como ellos construyen la idea material de "sujeto", al punto que no podemos decir que ellos tengan una palabra para "cuerpo"). Y qué decir de las aberraciones sociales que produce Japón, como suicidios en serie, bandas de pandillas tipo "japanimation", y seres disfuncionales que interactúan con sus congéneres solamente por medio de ordenadores.

Lo más triste de todo es que mientras tanto el mundo islámico, sin el cual los occidentales estaríamos prácticamente en el medioevo, es masacrado nuevamente (después de cuántas ocupaciones sangrientas de sus territorios) y en conjunto por la comunidad cristiana. Y nadie dice nada, porque en el fondo no hemos dejado esa noción de catalogar las costumbres que chocan con las nuestras como bárbaras, y consideramos que en últimas les hacemos un favor al derrocar las dictaduras e instaurar la democracia y los derechos de las mujeres. Los métodos de Bush son criticados, pero en cada uno de nosotros está la idea de que ellos estarán mejor sin la represión a las mujeres y sin las ideas radicales de la ortodoxia.

Sería interesante que el ejercicio de ver las "cosas buenas" que lleva ya unos años con las culturas del extremo oriente se hiciera también con el islam, y por el contrario, se cuestionara un poco la condescendencia que hemos tenido con otras culturas que tal vez nos han atrapado con un falso misticismo.

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