Loading...

El Coliseo: hacia una liga de gladiadores colombianos

Cuando uno visita Brasil le dicen que el deporte nacional es el karate, y no sin mucho fundamento, porque para ellos el fútbol es una religión. En Colombia la situación es similar, pues hay un deporte tan popular fuera de la capital que, de haber liga y ser reconocido por el comité olímpico, desbancaría a uno de los nichos más grandes de corrupción en Coldeportes. La disciplina, que algunos argumentan es menos troglodita que el fútbol, es cascar cachacos. La mecánica varía bastante, pero en general los calentanos siguen un patrón bastante regular: en los lugares donde confluyen turistas del país entero salen a una discoteca. Mandan a un par de amigas a seducir a los más torpes e indefensos que encuentren, y después llegan en un grupo con superioridad numérica para reclamar la propiedad de sus mujeres.

Villa de Leyva, mecca de las mentes libres y los espíritus que se quedaron en los setentas, presenta una de las variaciones más particulares del deporte. La idea no es golpear a cualquier tipo de bogotano. La variación, formalmente conocida como Patear Gomelos, se practica en dicha zona y tiene por objeto maltratar a todas las personas que hayan ido a La Villa a consumir hongos.

Las personas que han consumido este tipo de sicotrópicos entienden lo incómodo que puede resultar ser abatido por un grupo de campesinos en la mitad de un viaje cósmico. Los que no los han consumido, se lo imaginan. Y como si no fuera suficiente ya con estar uno en las drogas, resulta que hay practicantes del deporte a quienes les resulta divertido llevar a cabo sus acciones también bajo la influencia de los hongos.

Como podrán imaginarse, Villa de Leyva y sus alrededores son por estos días la personificación más fidedigna de la mitología escandinava, o tal vez un lugar donde los fanáticos de la trilogía de Tolkien pueden vivir plenamente su fantasía.

Sé en particular la historia de un grupo en la que la noche entera se dividió en periodos de calma en los que gomelos y campesinos se sentaban a charlar, y periodos de pelea, en los que cada cual intentaba dominar plenamente los superpoderes de los que habla Castaneda. Al final los gomelos emprendieron la retirada. Un campesino les ayudaba a abrir el broche para sacar el carro mientras que otro los veía como una pera de boxeo. Subieron al carro para encontrar a uno de los campesinos adentro, quien los saludó amablemente y les preguntó si iban para Bogotá que él tenía que ir a hacer una vueltica. Animado, continuó por preguntar si lo llevaban. En el desconcierto, los gomelos arrancaron, y a los campesinos que dejaron atrás no les quedó más remedio que pensar que habían secuestrado a Beto. Arremetieron, ya no con superpoderes sino con piedras y ladrillos, hasta que lograron romper una ventana por la que pudo saltar su amigo.

Afortunadamente todos los participantes cuentan la historia, pero es evidente que la cosa pudo haberse salido de las manos. Yo, soy rolo y gomelo, y aunque no como hongos en Vila de Leyva me sorprende no haber sido blanco del deporte porque evidentemente no ganaría ninguna pelea y obedecería como un can a una perra en celo las órdenes de cualquier calentana coquetona. Me preocupa bastante la vigencia de un deporte tan aterrador como los que se practicaban en tiempos de la inquisición (donde se cazaban indios como quien ahora caza zorros o venados).

Si el fútbol puede ser visto como una versión moderna y simbólica de las guerras entre poblaciones para solucionar conflictos y construir identidad, cascar cachacos definitivamente puede verse como una versión mucho más literal. Si en la provincia colombiana se piensa que los bogotanos no tenemos alma y merecemos ser golpeados (cosa que yo mismo no podría negar que pueda ser cierta), están en todo su derecho. Lo que yo propongo es que se regule un poco el deporte por medio de una liga, para que en medio de toda esta barbarie de la que somos víctimas tengamos por lo menos la posibilidad de una presentación digna (igual que lo que argumentan los fanáticos de los toros). Unas reglas bastante elementales para empezar la discusión:

- Que la pelea empiece cuando se coja la primera teta: Si nos van a pegar con el argumento de haber seducido a las putas que tienen por novias, que por lo menos nos dejen disfrutarlas un poquito. Si ellas se prestan como carnadas, ¿qué más les da a los agresores esperar un poco?

- Control de doping: Si vamos a ser blanco mientras estamos bajo la influencia de sicoactivos, que los agresores se encuentren por lo menos en un estado equivalente de intoxicación.

- La posibilidad de indulto: Si el público considera que uno o todos los gomelos dan una pelea digna, que tengan la posibilidad de ser indultados (ojalá con propósitos reproductivos).

- Que haya un proceso de selección más democrático: Hay bogotanos que no nos importaría sacrificar como cultura pues no hacen diferencia (por ejemplo: Alejandro Villalobos, Papuchis, Moreno de Caro y Lucho Garzón, y Cabas), y el deporte podría contribuir al desarrollo de la ciudad.

- No a la discriminación: En caso de que el grupo de bogotanos esté acompañado de mujeres, el grupo agresor debe también tener ejemplares del género, y el grupo agresor será responsable de encontrar un lugar donde haya la posibilidad de lucha en lodo.

- Vestuario: En la modalidad practicada en Villa de Leyva los agresores deben asistir disfrazados de personajes de El Señor de los Anillos o La Guerra de las Galaxias.

- Anonimato: Que no se tomen el trabajo de conocernos. A los bogotanos nos aburre hablar con neandertales. Si nos quieren cascar, no intenten argumentarlo.

Post a Comment

Home item

Featured Post

Duelos Sin Fronteras

  Desprevenidamente contesté el teléfono ante un número desconocido. - Buenas tardes, ¿hablo con el señor Alejandro? - ¿para qué lo necesita...

Popular Posts

Click to read Read more View all said: Related posts Default Comments Menu