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El quehacer antropológico

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Roberto Suárez tiene fama de ser el profesor más caprichoso de antropología en Los Andes. Tal vez es la manera como se ufana de no haber leído un libro de Levi-Strauss completo, o quizá es la arrogancia con la que descalifica a sus alumnos. Puede ser, también, su mal aliento, pero este post no está dedicado a sus virtudes académicas sino a sus desaciertos como ser humano.

Resulta-história de la vida real-que unos vecinos de Roberto, cansados de que él los denunciara ante la policía, decidieron invitarlo a una reunión. Contrario a lo que todos pensaron, el incómodo vecino asistió al agazapo, bebió unos tragos, y más allá de las caras que haya hecho, quienes lo conocían podrían pensar que hasta había disfrutado la velada.

Inesperadamente, Roberto se paró de su puesto. Agradeció la atención prestada, la invitación, dijo que había pasado una noche muy agradable, y se disculpó pues tenía que trabajar temprano al día siguiente (al parecer enseñar en Los Andes no le deja suficiente tiempo libre a los profesores como para ser buenas personas).

Minutos más tarde, Roberto entraba a su casa (el apartamento contiguo), para levantar el teléfono y llamar a la policía, pues los vecinos tenían una fiesta que hacía tanto ruido que no lo dejaba dormir en paz.

A la pregunta, ¿quién tuvo la culpa?, la respuesta es evidente: el vecino, por no ver la naturaleza de un hombre tan huraño y mal intencionado. Al igual que la historia de la tradición oral india, el escorpión es escorpión, y aunque muera por cometer sus actos, no puede alejarse de su naturaleza. Realmente la pregunta debía ser, ¿por qué son los profesores de antropología de Los Andes tan intransigentes si promulgan en sus clases, supuestamente, el entendimiento de lo otro? La alteridad, más que una convicción, es una forma de ganarse el pan de cada día.

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4 comments

Kamilo Klauss said...

Huy que rata de profesor...

** said...

Como siempre, la realidad tiene distintas versiones, usted como antropólogo lo sabe. Cada uno relata desde su experiencia.

Que quede dicho aquí también, para igualar cargas, que "Ese" profesor también trata a los estudiantes como seres humanos. En el último semestre de universidad tuve una gran perdida en mi vida, ese profesor que usted describe aquí como indeseable fue el único de ese departamento que me ayudó en ese momento tan difícil.

Así que, la realidad es relativa a la experiencia. Cada uno cuenta según le va en la fiesta.

Chao.

Supercontra said...

Totalmente de acuerdo, María. Alguna gracia tenía que tener el pobre. Mi punto es que si yo debo hacer el ejercicio de sentarme a ver que cada persona habla según como le va en la fiesta, él debería hacer lo mismo y no ser tan cretino. Si usted tuvo una buena experiencia con él, me parece bien que lo defienda, pero también tiene que reconocer que su experiencia es más bien inusual y que Roberto que hace la vida imposible a mucha gente por puro capricho.

Anonymous said...

me han mandado a buscar este post.. para identificarme y para consolarme.. pues estoy en una clase con él.. y realmente...es muy frustrante ver que no sabes nada , que te dicen que no sabes nada, y que te recalcan que nunca vas a saber nada, y aguantarte que el profe digo pocas frases sobre Bourdieuy foucault pero que no te ayude en el trabajo solo despues que te va mal.. ahí si te ayuda...es indignante.

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