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Todos odian a Chris

Lo asombroso no es el título de la nueva comedia del canal de televisión UPN, Everybody hates Chris, sobre la vida del comediante Chris Rock. Tampoco es sorpresa que decidan hacer un show sobre la vida de un comediante. Seguramente seguirá los patrones de cualquier otra comedia producida por los canales de televisión estadounidenses, en los que veremos una tercera edad pintoresca, una generación de consumo que se ocupa principalmente de conseguir sexo a toda costa, y una sátira del proceso de aprendizaje de cualquier infante bajo los valores "americanos". No, la comedia será igual que tantas otras, y seguro la veremos todos. Lo realmente sorprendente es que a diferencia de Seinfield, Friends, Everybody loves Raymond, y demás, no la veremos a través de la televisión, sino por internet. Como lo prometido es deuda, hoy Lunes da un nuevo paso nuestro Gran Hermano, Google, y empieza a transmitir una serie por su nuevo mecanismo de video.

¿Es bueno o malo? Nadie sabe aun. En todo caso los pasos del gigante son cada vez más sólidos, parece hacer caso omiso de las críticas que recibe su creciente monopolio salvo para ejercer censura, y todo apunta a que aquel manuscrito de Julio Verne que fue rechazado por inverosímil sea más profético a cada instante. Lo desconcertante es que en la China Google no ha podido entrar. Uno de los más recientes escándalos es el protagonizado por uno de los empleados más altos de Microsoft, quien después de firmar cláusulas de no trabajar con la competencia cogió sus corotos y se fue para el buscador. Microsoft, que ya tiene tiernos destellos de patadas de ahogado, demandó la contratación. Google alegó que el personaje en cuestión iba a trabajar en el lanzamiento de Google en el mercado asiático, y que era fundamental pues en los próximos meses se definiría dicha participación. En la China, mientras tanto, hay un buscador llamado baidu cuya popularidad crece cada instante. Se dice que es la sexta página más visitada de internet, y por supuesto, hace temblar el control que Google pueda tener sobre el mercado internacional en el futuro.

¿Qué debemos hacer nosotros? Como occidentales, podríamos solidarizarnos con Google por acabar el dominio de Microsoft, y sobre todo por perfilarse como una amenaza para el monopolio de Windows como sistema operativo (ya las directivas de la empresa de Bill Gates han reconocido que las plataformas del futuro son aquellas que permitan una verdadera interacción con la red, o sea, los buscadores). Utilizar todos los servicios que ofrecen, pues más allá de ser monopolios, parecen utopías alcanzadas. Más pronto de lo que imaginamos estaremos utilizando versiones de Word y Excel creadas por el gigante, versión online, en las que no es necesario ni siquiera tener un disco duro para guardar la información. El buscador de blogs, gmail, Googletalk, el buscador académico, Googlemaps (incluido Google Earth), Google lists, y demás son sólo algunas de las patas que le salen al buscador. Se viene ahora una nueva era de la que los flags de blogger (al igual que los hijos de la Alemania Nazi que denunciaban a los padres que hablaban contra Hitler) son el primer bastión de una era en la que tendrán nuestros documentos, nuestras fotografías, nuestros patrones de navegación. El gigante le apunta a decidir qué información vemos los internautas y qué información se pierde en la ignominia.

Estamos ya bastante tarde para debates ontológicos sobre lo que es la voluntad y la manera como el individuo debe afrontar la nueva situación. Intelectuales como Santiago Gamboa lanzan piedras desde un desconocimiento tan abismal que sólo se podrían comparar con el desatinado intento de un ciego por jugar béisbol. Si en Colombia se da una contrarreforma agraria, que pone en manos de los paramilitares y el gobierno la mayoría de las tierras, en internet lo que caracterizaría el acceso a la información es justamente una contrademocratización. Al nuevo imperio hay que temerle. Mucho más que a Uribe o a Bush, porque se perfila como una forma de control mucho más eficiente. Una nueva forma de ostracismo que no tardará en empezar, y que ya es una forma de exclusión. La pregunta es, entonces, ¿qué hacer para poder vivir fuera de Google sin tener que aprender Mandarín?

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