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EL PLEONASMO VALLEJISTA

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O la menopausia de un escritor paisa

En una de sus columnas de la revista Soho, Fernando Vallejo indica la importancia de prestar atención a la superpoblación mundial y los impactos que puede tener en la demanda de alimentos. Desafortunadamente, llega un par de siglos tarde para ser original, pues ya en 1798 Malthus había analizado el tema*, y bastante desactualizado, porque desde hace unas décadas varios teóricos sostienen que lo verdaderamente grave en términos socioambientales no es el tamaño de la población (hecho con el cual, por simple analogía, él debería estar familiarizado). Estados Unidos, por ejemplo, cuenta con casi una cuarta parte de la poblacion de la India, y consume casi 5 veces más energía.


Parece, entonces, que no son sólo algunos políticos colombianos los que rebuznan cada vez que abren la boca. Otra cosa es que Vallejo lo haga por escrito y en pleonasmo, pero no hay que ser un monstruo pederasta ni biólogo frustrado para lograr ese efecto. Sin embargo, Fernandito no parece cansarse de gritar a los cuatro vientos sus crónicas de catre, criticar (la mayoría de las veces sin fundamento) a figuras publicas, e insultar a sus lectores. De sus arremetidas sinsentido están, entre mis favoritas, criticar a García Márquez por usar narrador omnisciente en tercera persona (cuando él usa la aberración de omnisciente en primera persona), renegar de María Mercedes Carranza por no utilizar el artículo como en el griego para nombrar su Casa (porque al negocio uno le pone como mejor suene, y como se le de la gana), sostener que Darwin y Newton no sabían de qué estaban hablando (sin haber tenido él una sola publicación científica seria), y la más infame de todas, insultarlo constantemente a usted, querido lector, que tantas líneas mal argumentadas ha debido soportar para que el pobre pueda vivir como la viejecita de Rafael Pombo.

Claro, no por ser Vallejo un crítico de quinta son sus víctimas inmaculadas. Aquellas frases que no son una larga y vulgar secuencia de palabras, son bastante ciertas. Que en Colombia hay políticos corruptos y ladrones, que somos un país en desarrollo, que los gringos nos explotan, y en la gama de las positivas, que Silva fue un poeta inigualable. Más que ciertas, resultan triviales y ridículas. Tautológicas, como él preferiría llamarlas, en su afán por demostrar que es el último gramático. Y ahora que tiene columna en la revista SoHo (esa que en el chat con Héctor Abad llamó insulsa y en la que publicaron irresponsablemente un método de aborto sin ningún tipo de consideraciones de impacto en la salud pública) tendremos que esperar a ver con qué primicia sale, porque nosotros, pueblo inculto y fornicador, merecemos y necesitamos sus consejos redentores. Esos que repite, como él lo dice en una de las pocas frases reflexivas de su pluma, como disco rayado y que nadie oye: ¿Que metan preso al presidente, y al alcalde, y al congreso, y que abran un hospital para perros de la calle? ¿Que además, de paso, un chimpancé dirija a Colombia y le declaremos la guerra al Vaticano? ¿Y qué hacemos si no se puede, tarado? Cualquier perro de la calle, de esos que salva por si acaso Dios existe ahora que envejece y tiene un pie en la tumba, sabe que en las poblaciones animales no funcionan según principios ideológicos. Esos perros que el alcalde no toca, pero que seguro él acaricia, y salva con la platica que le damos todos nosotros, sus compatriotas. No sólo como lectores, sino también como sujetos, porque al igual que García Márquez, en las pocas líneas que tiene lucidas, vende en Croacia a buen precio un Macondo por el que no le vendría mal pagarnos regalías, porque a pesar de mucho criticarlo e intentar diferenciarse, lo que vende de sus líneas no es una prosa maravillosa, ni que diga todas las verdades que nadie más dice, sino el exotismo medieval con el que aún se ven los países tropicales en el primer mundo. Parece, entonces, que al igual que los políticos que viven de la teta pública, también él se lucra de su pueblo por medio de un periodismo mediocre y colonialista que caricaturiza la nación entera.

Como los perros que él salva, ladra y ladra, pero a diferencia de ellos, muerde. Muerde a un país en guerra, cansado de oír criticas triviales y en voz pasiva, porque siempre opta por alguna de estas dos: o dice que Turbay es poco inteligente (observación que hace bastante hace parte de la cultura popular colombiana), o que el pueblo nuestro si es el colmo y que por eso estamos como estamos. Ojalá alguno de esos perros salga tan inteligente como Fernandito, y le muerda a ese viejo menopáusico bien duro los cojones (aquella musa que tanta inspiración le ha representado) para que como lo ha prometido tantas veces, deje definitivamente la literatura.

*Malthus es conocido por sus escritos sobre población, principalmente por postular que la poblacioon crece exponencialmente mientras que la oferta de alimentos crece linealmente. Además contribuyó a formular modelos para entender la relación entre el costo de la mano de obra y el costo de la tierra y otras formas de mercado en economías preindustriales.

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4 comments

Anonymous said...

Aunque el tema de la superpoblación no sea original, es una polémica importante que merece toda la atención... pues muy a pesar de su lejano origen no ha tenido el impacto que debería sobre nuestra cultura. Las estimaciones sobre la capacidad del planeta son muy precarias y sobretodo apuntan a la posibilidad de que la humanidad viva hacinada en estrechos cuartuchos, y trabaje en oficinitas en ciudades sobrepobladas. En el mejor de los casos el mundo se convertiría en un gran Tokio, alimentado con la poderos comida transgénico de Monsantos, donde las especies sobrevivientes seria los humanos, los perros, los gatos y otros animales que se adapten para ser o bien mascotas o bien comida, y algunas especies vegetales, todas comestibles… ¿Eso queremos?

Anonymous said...

Señores, la población sí creció exponencialmente pero hasta cierto punto. En países desarrollados como Canadá, Islandia, Noruega y otros más, el fenómeno actual es que no hay gente jóven, dado que los adultos dejaron de reproducirse. En China, la ley impidió que se siguieran multiplicando como lo venían haciendo y logró "contenerse" el crecimiento demográfico. Esto sólo para contarles que de pronto el "gran Tokyo" no se va a dar. Por otro lado, Vallejo, más allá de cualquier cosa, a mi modo de ver es aburrido pero por repetitivo: nunca dice nada nuevo, siempre tiene los mismos insultos. ¡Qué pesar!.

Seb said...

Señor, que sensatez. Comparto su punto sobre el viejito rosconcete (nota: no es homofobia, cada cual tiene el derecho de hacer de su culo un candelabro, pero nosotros no tenemos por qué enterarnos con pelos y señales)... Lo que no entiendo es por qué carajo sigue publicando, aparte de porque "causa polémica"...

Anonymous said...

Vallejito es un pataletoso, pero no escribe tan mal. Su crítica acierta, pero .....cuidaaado con ese tono vallejista. Recuerde que los enanos también comezaron pequeños!

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