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Hip-Hop al Parque

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Afortunado desacierto haber invitado a una de esas mujeres que siempre me deja plantado a acompañarme a Hip-Hop al parque, no porque no haya estado bueno el evento, sino porque habría sido una vergüenza hacer pasar por las requisas policiales a cualquier persona. Y es que cuentan las personas que tuvieron que pasar por eso-yo, afortunadamente tenía entrada por otra puerta- que a las mujeres les metían la mano entre el sostenedor. Al igual que Rock al Parque, la entrada fue el punto de partida para una relación ya bastante tensa entre público y fuerza pública. Sin embargo, según manifestaron oficiales, organizadores del evento, y personas del público, si entran drogas, armas y alcohol al Simón Bolívar, no lo hacen por la puerta. Cabe, entonces, preguntarse, ¿por qué unas requisas tan minuciosas, si los objetos prohibidos entran por lugares diferentes?

La pregunta hace referencia a dos factores de vital importancia en el festival. En primero, el inicio cronológico del evento que nos concierne en éste texto. En segundo, una relación de vieja data en la que ya existe un valor esperado de parte de los actores para con sus contrapartes, sean éstos organizadores, agentes de la fuerza pública, bandas, y demás.

Lo más lógico es, entonces, suponer que desde la entrada se maneja una noción diferente en cada uno de los actores sobre lo que es Hip-Hop al Parque. Por un lado, está la policía, que al igual que en Rock al Parque, compara el evento con una jornada del calendario de fútbol nacional y lo considera más pesado porque los turnos son más largos y la gente es peor. La policía parece definirse como un actor contingente, pues por un lado tienen la labor de mantener el orden si la multitud empieza a tener brotes de violencia, pero por otro lado parece definirse como un actor preventivo, pues realizan fuertes labores para mantener fuera objetos que puedan contribuir en que el espectáculo se salga de las manos. Y viene acá la paradoja, pues si tanto asistentes como organizadores parecen ser conscientes de que el alcohol y los demás objetos prohibidos que hay en el festival entran por un lugar diferente a las puertas para el público, pues la labor de prevención debe cumplir un fin diferente. En cuanto a la labor de contingencia que pueden llegar a prestar en caso de un alboroto generalizado, es evidente que los agentes disponibles no serían suficientes para controlar una muchedumbre enardecida, de manera que es necesario explorar a fondo las funciones y relaciones que se dan entre los diferentes actores más a fondo, y en particular la función que pueden estar cumpliendo escenarios tan problemáticos como las requisas de la entrada.


Por otro, están los asistentes. En una ocasión, uno de los asistentes (el más tenebrosos por su aspecto, probablemente, pues tenía una cicatriz desde la frente hasta el pómulo, que pasaba decididamente por el parche que portaba en su ojo derecho) se acercó en uno de los momentos en los que me encontraba sentado en un sector lateral de la audiencia y me ofreció marihuana. Yo, entre intimidado y desconcertado, me limité a decirle que no, muchas gracias, porque estaba trabajando, mientras le mostraba mi escarapela. Él hizo cara de alumno pescado en una pilatuna, y pidió disculpas. En una de las frases que el personaje logró articular (o una de las pocas a las que yo logré darle algún significado), respondió a mi pregunta sobre la organización. Se quejó de las requisas a la entrada, y dijo que en un espacio como ése nadie iba a ponerse a robar ni a armar problemas porque sabía que todo el mundo le pegaba (aunque claro, él utilizó un vocabulario diferente). Que las requisas no eran necesarias porque la gente, a Hip-Hop al parque, iba a divertirse.

El tipo, seguro no sabía lo que me contó uno de los organizadores: que en una versión pasada había habido un apuñalado que casi pierde la vida. Y si mi interlocutor sabía, seguro no lo recordaba en ése preciso instante, pero el punto es otro: si en 9 años de festival los brotes violentos han sido pocos, se cuenta solamente con un incidente de gravedad, y hay un comercio fuerte de bebidas prohibidas en el interior, ¿no es lógico deducir que el objetivo de la gente es divertirse en éste espacio y no buscar pelea o generar conflicto?

Claro, el temible interlocutor de la cicatriz en la cara y un sólo ojo refleja solamente una de las opiniones de los asistentes al festival. Pero de ahí en adelante, las personas con las que pude hablar tuvieron opiniones infinitamente más calmadas. Uno de los personajes que mayor curiosidad me causó fue un hombre de la tercera edad (aproximadamente 75 a 80 años), quien aseguró asistir a todos los eventos programados por la Alcaldía (fuera en la Media Torta, el Simón Bolívar, o en cualquier otro escenario), sin importar si el evento era de Hip-Hop, Rock, Jazz o música popular. Me llamó la atención, a diferencia de Rock al Parque, la cantidad de personas menores de 15 años que asisten a Hip-Hop al Parque, incluso como artistas, pues uno de los "MCs" era un menor de edad que probablemente tenía menos de 10 años.

Adicionalmente pude hablar con personas de grupos reconocidos en el medio (Estilo Bajo), algunos "breakers", y asistí a las ruedas de prensa de los grupos para saber qué opinión les merecía el evento.

Una de las cosas que más me llamó la atención fue que todas las personas con las que pude hablar, así como las personas que hablaban en el escenario y en las ruedas de prensa, parecían estar muy preocupadas por lo que es la esencia del Hip-Hop y la manera como cada persona se apropia e interpreta dicha esencia. Los discursos parecían ser de dos tipos: en primer lugar, en contra del Estado, la violencia, el control, la discriminación, y el capitalismo; por otro, contra los mismos individuos que integran la comunidad del Hip-Hop pero que malinterpretan su esencia.

Resulta algo paradójico que a pesar de que la paz parece ser parte constitutiva del discurso Hip-Hop, los dos tipos de discurso parecen ser fuente de problemas violentos. El primero se ejerció en el festival más a manera simbólica que de manera explícita. No hubo encuentros violentos con la policía, como los vistos en Rock al Parque. El segundo tipo de discurso se constituye, según manifestaron las personas entrevistadas, como una fuente de violencia al interior de los integrantes de la cultura Hip-Hop. Por un lado, según los entrevistados, están todos aquellos que no entienden de qué se trata el Hip-Hop porque ven videos de personas que no representan la esencia (todos hacían referencia al artista 50cent), sino que representan un estereotipo comercial del rap: los gangsters, armas, carros, joyas y mujeres. Estos estereotipos, según las personas entrevistadas, llevan a que los jóvenes que apenas empiezan a sumergirse en el mundo del Hip-Hop se confundan y busquen la vida de la violencia y de las armas. Existe, sin embargo, otro componente violento en el segundo tipo de discurso, pues según las personas entrevistadas, las personas que sí manejan la esencia del Hip-Hop agreden a todos aquellos que consideran llevan mal el nombre de su cultura (o "lámparas", son llamados porque buscan llamar la atención constantemente).

El festival se constituía, para mí entender, como una paradoja todavía más grande, pues si el Hip-Hop es una identidad que se consolida en torno a discursos que van en contra del Estado, no entendía cuál era el papel que debía cumplir en el medio un festival organizado por la Alcaldía. La mayoría de los entrevistados respondió que el Instituto de Cultura y Turismo no era considerado por ellos como un actor público, sino más como una institución del lado de ellos. Sin embargo, hubo un entrevistado que cuestionó el festival Hip-Hop al Parque, pues para él era una manera de tener contentos y callados a los integrantes de este género. Hubo un grupo al que no le funcionó el sonido, y reclamó respeto e igualdad para todos los grupos, en tono de insinuar que se les daba mal sonido a propósito.

La relación entre el público y las bandas fue mucho más armónica que la vista en Rock al Parque. En general, todas las propuestas musicales fueron bien acogidas (tanto distritales, como nacionales e internacionales), salvo por la canción en la que subió al escenario Andrés Cepeda. Yo, personalmente, disfruté la propuesta musical, pero no dejé de pensar en ningún momento qué tipo de respuesta esperaba un artista comercial en un evento como ese. Le llovieron botellas, de plástico afortunadamente para el pop nacional, y demás objetos que encontraron los asistentes a la mano. Después, uno de los presentadores se rehusó a continuar presentando el evento porque seguían lloviendo objetos. A mí, personalmente, me cayó un zapato en la cabeza, que debieron tirar desde muy atrás y con mucha fuerza porque casi me desnuca.

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3 comments

Chandaxi said...

O sea que el del zapatazo se adelantó a comentarle, jejeje. Pero en serio es que uno se imagina siempre un zapato funcionando con la patada incorporada, pero realmente el zapato por sí solo también tiene su dinámica efectiva.

Muy buen post. Yo nunca había ido a un concierto como tal en Colombia, hasta que fui al de Metallica el 2 de Mayo /99. De pronto algún día escribo la historia completa de lo que fue ésta aventura extrema.

En cuanto al hip-hop y demás tendencias, es una mamera ver constantemente cómo cada afiebrado se dedica a defender lo suyo asumiendo siempre que los demás no entienden ni saben de qué se trata. Yo creo que uno debe recordar siempre de donde viene y por donde ha pasado para tratar de construirse una identidad real en esta cultura latinoaméricana donde es tan difícil precisamente poder identificarse ante tanta carencia de todo tipo. Es para cagarse de la risa sobre lo que antes unos defendían y vivían desmedidamente, hubo gente por ejemplo que no veía mundo más allá de 'Menudo', o de ponerse unos Reebook de bota negros... más o menos así es que creo que funciona la cosa.

Chandaxi

Anonymous said...

Dado que la probabilidad de encontrar delincuentes en estos conciertos es bastante elevada, el Estado debería rociar a todos los asistentes con Napalm, gas Zarin o cualquier otro agente quimico que nos permita deshacernos de esta chusma hiphopera de una buena vez.

Yuhakira Nara said...

hola.. muy vacano tu blog, es bueno leer miradas diferentes acerca de lo que concierne el mundo del hip-hop, y estoy deacuerdo con algo, soy mujer y la requiza fue tenas, sin embargo enfrente de la tarima por donde mirara habia gente fumanda de "la buena", por ejemplo mientras buscaba candela para encender un cegarrillo me encontre con un tipo que a duras pena podia mantenerse de pie y no presisamente por efectos de multitud... ami me encanta la musica y si, se ha prostituido el significado de la palabra rap o hip hop, pero somos cultura en busca de acpetacion, de respeto pero se que no se lograra por que el respeto empieza por casa..

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