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Monopolio en las reservas de alimentos

Por algún motivo que imposible precisar, los alimentos del planeta empezaron a escasear. Hay dos bandos que intentan obtener el control sobre las reservas de alimentos. La guerra es planetaria. No hay puntos medios. Hubo un intento por crear una Organización Mundial de Alimentos, pero fracasó. Seguramente era un bulímico el encargado de la distribución, y por eso el intento fue fallido. También es probable que haya sido porque todas las instituciones internacionales están destinadas al desprestigio, y se caen de su propio peso. En todo caso, hay dos bandos, armados y beligerantes. Y por algún motivo que yo no entiendo pero que parece evidente para todo el mundo, me quieren a mí. No como un miembro activo de sus líneas, sino porque suponen que yo sé algo de vital importancia para la guerra. Algo así como el lugar donde están todas las reservas de enlatados del planeta. El fin es inminente.

- Pero, si todos nos vamos a morir por falta de alimentos, ¿qué mas les da encontrar las reservas?

- Güevón, trate de explicarle eso a ellos. Lo están buscando, ¡tiene que huir!- me dice un amigo.

- Pero, ¿adónde?

De repente, bordeando una de las piscinas (sí, estamos en una especie de complejo de piscinas en un día soleado), viene un escuadrón de amas de casa, locutores de radio, cualquier otro vecino y una presentadora de farándula, armados hasta los dientes. Los lidera un calvo que debía ser carnicero antes de que todo esto empezara, porque tiene cara de enfadado.

- Son ellos. ¡Corra!

- ¡Demonios!- pienso- ¿Por qué la vida-continúo, haciendo caso omiso de los múltiples elementos que sugieren que todo es un sueño- no puede ser como las películas gringas en las que el protagonista tiene un mapa tatuado?

- ¡Tranquilos!- le grito al escuadrón- ¡Hay suficientes alimentos para todos! No tenemos que pelear. ¿¡Acaso no se dan cuenta que esta guerra no tiene sentido!?

Todos me apuntan las armas que hasta ese momento dirigían al cielo. Empiezan a correr.

- ¡Corra, güevón, corra!

- ¿Y usted?

- Ah, no, lo quieren a usted, no a mí.- responde. No sé quién era, pero por la respuesta, seguro que era Dumpa o Tomás- ¡Corra!

Hay una persecución. No sé si en carro, o a pié, pero salgo bien librado. Llego, como por un laberinto igual al de The shining, o Mucho ruido y pocas nueces, a un refugio. Un escondite. Como una casa abandonada en la mitad de la selva. Es, por supuesto, la casa de María.

María lleva una vida casi silvestre en medio de la guerra. Tiene una van Renault blanca, cubierta por el polvo. Tiene algo escrito, como cuando los vecinos escriben que lave el carro. Dice que no la usa. Hay alguien más, pero no sé bien quién. Damos un paseo por la casa, y los halagos de rigor a cualquier apartamento que uno conoce: ¡qué lindo! ¡cómo está de grande!¡le entra un montón de luz! ¿cuánto paga de arriendo? Luego, María pregunta si queremos dar una vuelta en el carro. Subimos, y se acaba el sueño, o por lo menos lo que recuerdo. Algo similar tuvo que ser la historia de From dusk til dawn, sólo que no acabó en un post sino en una megaproducción de Hollywood. Perdonarán ustedes la miseria.

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