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Educando audiencias

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Desafortunado que los organizadores del concierto de Jamiroquai abran los ojos como aves de rapiña ante el hecho sin precedentes de agotar las boletas meses antes del concierto, y decidan cambiar las condiciones para las personas que fueron los primeros en comprar boleta. Valdría la pena que aprendieran de los organizadores del concierto de Manu Chao si no fueran los mismos. Además, en el concierto del francesito también se marraniaron a todos aquellos que compraron tempranamente la boleta más cara, y les incrustaron una franja de público que no existía cuando compraron la boleta. La mejor, acabó siendo la peor, porque todos sabemos que en el Palacio de los Deportes es mejor estar en las graderías de frente o laterales, que en la parte trasera de la gramilla.

Aprovecho para comentar lo absurdo que resultó ver a todos los hijos de la clase alta de Bogotá gritar eufóricos cuando Manu decidió dedicar una canción a "todos los pueblos indígenas de Colombia". Claro, dedicada muy de corazón a toda esa gente que sufre el conflicto y no puede estar acá, los pensamos, y los queremos. Mucho. ¡Sigan aguantando!

Ahora decidieron cambiar el concierto de Jamiroquai por el éxito que hubo en la preventa de boletas. Quienes consideramos que valía la pena comprar la boleta más costosa nos encontraremos con un producto completamente diferente al que nos vendieron en la primera fase.

El punto es, que si los organizadores calcularon mal, si subestimaron la cantidad de dinero que podían hacer al traer a la banda, no es lógico que el error de producción lo deba pagar el público. Que es un negocio y no hay artista romántico que venga al país porque sencillamente siente una empatía profunda con el público, está más claro que nunca después del concierto "clandestino". Probablemente considerarlo un espectáculo simple y llanamente, y no un acontecimiento político haga que sea más claro el producto. A diferencia de Bono, quien se esconde tras un discurso emancipativo que promociona en megaconciertos junto nada menos que a Bill Gates, con las últimas operaciones nos queda claro que Jamiroquai no viene a salvar el mundo, sino por nuestro dinero. Vienen a promocionar su disco y a vivir su rol de superestrellas mundiales. Y eso, justamente, es lo que queremos ver quienes compramos las boletas anticipadamente. Nuestro dinero, haya sido fácil o difícil de conseguir, ha hablado. Las boletas se agotaron mucho antes de lo esperado y la demanda era claramente superior.

En un claro atropello contra los derechos del consumidor, cambiaron de lugar el concierto, para poder expedir más boletas (y no sé si más precios). No sé de otro lugar del mundo donde se pueda hacer eso impunemente. Triste que se haga evidente de manera tan formal, que donde quiera que haya un colombiano dispuesto a gastar unos pesos, también haya otro dispuesto a torcer las reglas hasta más no poder para sacar unos pesos a costa del otro. Con estos hechos, ¿cómo puede condenar uno que haya reventa, falsificación, y colados?

Me asalta, desde que supe la noticia, una pregunta: ¿No existe una superintendencia, o un organismo ante el cual uno pueda interponer la queja? ¿Hay alguien más que esté inconforme y dispuesto a firmar una carta?

Por lo demás, ¡viva los llaneros cósmicos y el partido visionario! Si he de luchar por causas perdidas, por lo menos voy a disfrutarlo.

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6 comments

sicoactiva said...

De acuerdo, planearon mal la vaina, sin embargo no creo que haya que ser tan radical: las boletas guardan la misma proporción (aunque ahora son más costosas) y definitivamente el nuevo escenario es mucho mejor que el anterior. El hecho es que a mi modo de ver el cambio que hicieron fue para mejorar... tampoco se trata de criticar por criticar, ¿no?...

Anonymous said...

Ya que por fin reacciono, ahí va más de una piedra:

Yo quisiera ver al observatorio del IDCT pasando por esos procesos neo-liberales que tuvieron que aguantar los taxistas o la Filarmónica, para ver si sigue gritando por el Partido Visionario cuando su mami por algún desfortunado motivo no pueda mantenerlo más. Nuestro autodenominado superhombre (para los que no compartan el secreto de borrachera, estoy hablando de Mockus) es justamente por eso tan sesgado y ladrón como cualquier otro político. Su arrogancia fue claramente interpretada por la mayoría. Fácil apoyar como aristócrata cualquier inciativa de esas, cuando tratándose de la entidad consentida de Mockus no le parece de su estirpe pasar del teléfono para hacer su trabajo en carne propia (pues valga aclarar que habría remuneración, no sólo financiera, sino creo saber que también raltiva al cumplimiento de algunos ideales).
Y sí, esa otra famosa entidad que nos presentaba el boletín del consumidor (aunque parece demasiado chiqui para haber visto eso) he oído que funciona. Sólo que pasivos como somos y sobre todo quejetas (¡y supercontras!) nos contentamos con quejarnos de las entidades sin hacer el más mínimo esfuerzo de comprobar que tal vez no siempre tenemos la razón.
Pues sí, porque yo también estoy de acuerdo en que algo se debería hacer y no voy a ser yo quien lo haga. Yo sí compré de 40, porque todos sabemos que desde la gradería se ve y oye más y mejor, hay menos pelotera y menos probabilidades de ganarse un codazo o de querer darlo por no estar viendo nada. A Jamiroquai no voy, gracias. Prefiero quedarme viendo la peli de Roman Polanski.

Unknown said...

Animo, se lo va a gozar igual. Quienes organizaron el concierto de Jamiroquai?

Anonymous said...

Tal vez podría invertir mejor su tiempo, e informarse sobre los mecanismos que tiene para poner su preocupante queja, antes de consultarle a sus cultos lectores. La Superintendencia de Industria y Comercio podría ubicarlo un poco y ayudarle con su rabieta. Y..... aprenda a escribir.

Unknown said...

relax...

Anonymous said...

Yo estoy de acuerdo con usted.
Cuando compré la boleta tenía en mente un sitio, con una determinada cantidad de público y a una cierta distancia de Bogotá. Y si he de decirlo, me siento algo perjudicado con este cambio de condiciones.

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