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Pista 2: terapia canina

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La vida con Elías (un pastor que intenta pasar por alemán) ha producido una serie de cambios significativos en mi vida. Por un lado, el evidente: las rutinas diarias, que en medio de una vida sin horario pueden llegar a ser un salvavidas. Adicionalmente, un constante objeto de reflexión para que Darwin formulara su teoría, era su perro, luego si yo hablo del mío (y de lo que cuentan otros dueños, pues eso es inevitable) puedo llegar a darle un giro a la manera como se entiende la vida misma. O tal vez no.

En todo caso, uno de los hábitos que extrañaba de vivir con perro es el de salir a hacer caminatas nocturnas, y socializar en el espacio público más allá de lo que uno lo transita. Entre caminata y caminata, empecé a toparme con los mismos habitantes, y acabé por hablar con ellos.

Entre las historias se destacan: la de varias niñas (entre 17 y 12 años, tal vez), que visitan el parque para encontrarse con sus novios viejos, fornidos, y que fuman hierba- al igual que buena parte de la población; y la conversación de cara a las elecciones con Helio, El Mocho, en la que ni Juan Pablo ni yo acabamos por entender un verbo que parecía aplicar para cualquier actividad política: sensoran (probablemente con raíces etimológicas tanto de censura, como de asesoran).

Helio es un personaje digno de una película de Tarantino: puede hablar ininterrumpidamente sobre historias que le sucedieron a él, o a algún conocido, en el pasado. Siempre parece tener información confidencial sobre la manera como se manejan las cosas (de cualquier tipo, desde quién sale en un reality hasta los secretos más íntimos del Presidente).

Sin embargo, hay algo completamente verosímil en las historias de Helio: desde la manera como cuenta que escapó de algún grupo armado, hasta la pelea que tiene con una exnovia de la Javeriana porque no le quiere dejar conocer su hijo. En todas hay un instinto aún más básico que aquel de Sharon Stone. Un destello de ese tipo de genialidad que le permite a una persona vivir en la calle. Bajo perfil, plenamente consciente de la manera como lo ve la sociedad. Dice que en Colombia hay tantos indigentes como guerrilleros, que urge una política que los tenga en cuenta.

Tal vez jamás tenga el valor de preguntarle si sabe quiénes son los ladrones que intentan entrar a mi apartamento. En realidad no importa. No creo querer tener ese tipo de información. Todavía no hemos puesto las rejas, pero ya pronto estarán listas. Entre tanto, yo he recuperado una práctica que creía perdida gracias a la convivencia con Elías, y como Darwin creo que el ejemplo puede servir para ilustrar un punto importante: la mayoría de los estudios de conducta se enmarcan en el obsoleto debate de las causas del comportamiento (si el ambiente o la genética), cuando hay preguntas más interesantes frente a nosotros. Si la cultura es una adaptación al medio, ¿cómo se relaciona con la diversidad ambiental?

En mi caso, es claro. Diversidad de ambientes es diversidad de prácticas. Salud mental, en otras palabras, que no sobra por estos días. Creo que ahora voy a comprar ocas, que también pueden ayudar a proteger el imperio.

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2 comments

Anonymous said...

no entendí por qué se trata de la pista 2. ¿es que acaso está insinuando que helio...?
pero en relación con las pistas, hoy vi por ahí un afiche convocando para un congreso sobre criminalística e investigación forense. no puede ser una pendajada, creo yo, pues va a ser en la nacional. bien, ¿o no?
se me ocurrió que en vez de rendirse ante su portero o mejor, guardián de la calle, podría invertir en un cupo para dumpa.

Anonymous said...

Hagale loco, no me cabria mal un poco de más de conocimiento.

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