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Supercontra el antiuribismo

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(A propósito de los mensajes que circulan contra Uribe)

Me declaro anti-antiuribista. Creo que la oposición ha entrado en la misma visión dogmática del uribismo: unos dicen que es la solución a todos los problemas, y otros dicen que es la causa. Mi trabajo en la alcaldía me ha permitido conocer de cerca la izquierda de Colombia...donde prima para asignar un puesto que "el compañero nos acompañó en la lucha contra la oligarquía" así no esté capacitado para las funciones que debe desempeñar.

Creo que no tiene mucho sentido seguir circulando mensajes con las barbaridades del gobierno de los últimos cuatro años, porque buena parte de los colombianos que tienen acceso a internet no van a votar por Uribe. Sin embargo, me parece que uno de los daños potenciales más grandes que puede tener el redentor a largo plazo, es arar el camino para que una izquierda inmadura llegue al poder con las instituciones democráticas totalmente desdibujadas.

En términos electorales, una de las prácticas que más daño le ha hecho al país es votar contra algo: así llegó al poder Andrés Pastrana, y Uribe fue elegido como salvación ante la continuidad del gobierno de Samper que representaba Serpa (recuerden las gafas y bigotes tachados en todos los carros). Dicen que Alvaro Gómez puso más de un presidente, por la fama que heredó de su padre. En Bogotá, todavía vemos los estragos de un mandato descaradamente ventajoso (aunque era de esperarse, pues papá Peñalosa fue tan ladrón como su hijo), por el simple miedo a que Moreno de Caro fuera elegido por las masas.

Si bien es cierto que las prácticas políticas en Colombia están llenas de aberraciones, taparnos los ojos frente a las asquerosidades que representaría elegir a Carlos Gaviria tampoco parece ser la respuesta. Más aún, circular mensajes y escribir contra Uribe tampoco parece tener mucho efecto. Es una forma de oposición que más se asemeja a una manera de lavarnos las manos frente a problemas aún más fundamentales: deseamos tener un nivel de vida de clase media europea (con sus valores y demás), pero desconocemos que en gran parte tenemos esa posibilidad gracias al dinero del narcotráfico. No sostengo que tengamos que seguir todos el camino de los periodistas que denuncian y son perseguidos. Creo que hay una manera más fácil de modificar nuestras prácticas políticas: dejar de frecuentar instituciones de lavado de dólares, como en su época lo fue Drogas la Rebaja, y de las cuales hoy existen tantos ejemplos. Exigir que las multinacionales que venden agroquímicos restrinjan la venta de los productos utilizados para el secado de la hoja de coca (como, por ejemplo, el Gramoxon, del cual Colombia es paradójicamente el mayor consumidor), y dejar de frecuentar establecimientos en los que evidentemente hay dineros sucios, como restaurantes y discotecas que todos saben bien a quien pertenecen.

Sin embargo, parecemos estar más dispuestos a dejar de consumir productos estadounidenses para apoyar causas externas, sin estar dispuestos a dejar de frecuentar fiestas electrónicas, discotecas de moda y restaurantes reconocidos. Preferimos condenar a los mafiosos por su estética de nuevos ricos, al mejor estilo de El Gran Gatsby, que cuestionar nuestra moral por convivir con ellos. Reitero, los crímenes, decía Durkheim, lo son porque la sociedad los condena, y no al revés. Tenemos un narcotraficante paramilitar en el poder porque convivimos con ellos, y vivimos como lo hacemos en buena parte gracias a ellos. Tumbar a Uribe no tendrá el más mínimo efecto sobre la corrupción y el narcotráfico, sólo cambiará los nombres que protagonizan los escándalos.

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1 comment

sicoactiva said...

Que refrescante por fín leer alguien con algo de sensatez.

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