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There is something on a Sunday that makes the body feel alone

Cristopher Wilber sugiere que la escuela estadounidense de antropología marcó el fin de la teoría evolutiva en las ciencias sociales, y que lo hizo con fines políticos. Según Wilber, Boas, padre de la noble ciencia en el imperio, era un beligerante judío consagrado a luchar contra el antisemitismo.

Gould sostiene que el segundo título de Darwin en los anaqueles de la historia, The descent of man and selection in relation to sex, es un intento por explicar la diversidad humana a partir de la selección sexual, y no una reflexión sobre el proceso de hominización, como algunos han querido interpretarlo.

Boas y sus secuaces (todos, según Wilber, del mismo corte), se encargaron de archivar los intentos evolucionistas de entender la cultura (básicamente Darwin y Spencer) en vez de renovarlos, porque parte fundamental de su agenda política era luchar por un mundo de tolerancia y pluralista.

Los resultados de tal agenda: las investigaciones de Mead y Benedict, quienes paradójicamente no eran judías y se consolidaron como las más famosas estudiantes del físico alemán, que le dieron la última estocada a las interpretaciones evolucionistas. Posteriormente un antropólogo que volvió sobre los pasos de Mead encontró que sus datos etnográficos correspondían a una "broma" que le habían jugado sus informantes, pero eso poco importa porque ya el evolucionismo estaba muerto. También se menciona la influencia de Boas sobre Levi-Strauss, Kroeber y Bourdieu, entre muchos otros grandes nombres de la ciencia del hombre.

Todos esto en el marco de un debate que se posterga cada vez más gracias a la división entre antropología social y biológica: ¿cómo debemos entender la construcción social de identidades con base en la falacia de la diversidad genética? Un reciente artículo de David Roediger hace una primera aproximación al tema. Sin embargo, la persecución del racismo ha llevado a que se cuestionen buena parte de los procesos de construcción de identidad por el sencillo fenómeno de alteridad. Que un tipo haya usado el racismo como argumento para asesinar a millones de personas ha hecho que el racismo cargue un tabú político. Lo que está mal es asesinar, en cualquier contexto, no reconocer la diversidad que existe entre humanos, sea esta racial o no. De hecho, la antropología biológica debía ser la primera en entender que una especie en la que se ha privilegiado el sentido de la vista para explotar nichos particulares fundamente los procesos de alteridad en diferencias visuales. Del mismo modo, es injusto condenar la teoría evolutiva con base en críticas contra anacrónicos intentos de interpretar la cultura. Entender y explicar la diversidad humana es tan elemental como los mitos de creación. Lo que han hecho los estadounidenses es justamente sacrificar uno de sus más fundamentales pilares, pues ha sido una nación construida en torno a nociones de diversidad humana. Hace unos días me he lamentado no haber visto la película de Johny Cash, porque me he topado con su música en diferentes contextos y la he disfrutado bastante. El coro de una canción suya le da el título al presente texto, en un afán por cuestionar los diferentes niveles en los que puede operar la evolución del comportamiento tanto a nivel universal como poblacional.

Entre tanto, en nuestra patria los obsoletos iconos patrios cada vez generan menos identidad en los compatriotas. Jorge Morales, profesor de antropología en Los Andes, escribió para supercontra hace varios meses con respecto a este punto. Decía que las dinámicas académicas de la historia han llevado a que se pierda el valor de cohesión que tiene la historia a nivel popular, y se sumerja en interminables debates con términos sofisticados sobre la validez de la disciplina.

En su última película, Lars Von Trier hace un homenaje a un escandinavo que considera su director favorito. La película es un conmovedor documental sobre el remake de la cinta "The perfect man". Jorgen Leth es sometido a varias reglas que limitan el proceso, para concluir con un hermoso paralelo entre el personaje de la cinta y él, a cargo de Lars Von Trier. Impresionante ver cómo alguien que es capaz de desagradar audiencias rinde un homenaje tan sencillo y hermoso a la vida y obra de una persona de la que aprendió el oficio del cine.

En el mismo esquema quiero utilizar para responder la pregunta que plantean desde el equinoXio sobre cuáles deben ser los iconos nacionales. Por un lado, considero contraproducente el folklore con el que nos venden figuras como Gabo y Fernando Vallejo, Juan Valdez, nuestro querido presidente que necesita una resonancia (propoongo un estudio: que a Uribe le presenten mil veces el cabezazo de Zidane para ver qué región de la cabeza se le activa y así entender cómo se le pudo haber ocurrido una idea tan absurda), el paisa feliz, las pulseritas con la bandera, Shakira y el resto de colombianos que triunfan en el exterior.

Eso llevará, máximo, a que se piense a Colombia como pensamos nosotros en Thailandia cuando nos dicen comida-thai (un prefijo o sufijo de un lugar inexistente)o a procesos de construcción de identidad tan absurdos que deban seguir lo políticamente correcto. Yo propongo que las figuras nacionales sean elegidas por cada persona en su oficio: en el mío, la antropología, quiero destacar los nombres de figuras que han hecho, a pesar de todos los inconvenientes, ciencia en Colombia. Si en Estados Unidos hay movimientos que intentan generar grupos interdisciplinarios, en Colombia tenemos la fortuna de contar con mentes brillantes que han tenido que cubrir un sinfín de temas para formar a esos estudiantes que ahora triunfan en el exterior. Esas personas que optaron por la academia en un país donde no existían garantías ni reconocimiento, y que ahora, ante la adopción de un sistema académico industrial corren el riesgo de pasar a la ignominia sin que su experiencia y su conocimiento sean tenidos en cuenta. Empezamos a jubilar años de experiencia, figuras notables, a quienes medimos según parámetros modernos y que no tuvieron las oportunidades que existen hoy día.

Yo odio a buena parte del departamento de Antropología de Los Andes, en particular a figuras como Fabrizio Cabrera y Roberto Suárez, quienes embriagados por la soberbia son una vergüenza para la pedagogía. Sin embargo, hoy quiero rendirle tributo a algunos profesores a quienes debemos sentarnos a escuchar los académicos en formación, como Jorge Morales, quien, como Jorgen Leth, puede ser juzgado con los parámetros de su texto. "History is about people", le dijo Lawrence Mc.Lellan a un grupo de adolescentes. Jorge Morales es una de esas personas que ha hecho historia.

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