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Crónicas marcianas: SHIRODHARA

3 A+ A-
Empecé hace dos días un tratamiento especial para relajamiento. El primer día, probablemente el menos placentero, de limpieza intestinal, consistía en beber 5 litros de agua salada hasta expulsarla igual de transparente. El resultado deseado, por supuesto, cañerías nuevas. Hasta bilis nueva. En ocasiones uno vomita, cuando bebe muy deprisa.

Fácil -pensé yo -, si yo lo hago tres veces a la semana pero con whisky, y con un litro basta y sobra.

Pero cuán equivocado estaba. El procedimiento, más allá de la limpieza intestinal, resulta equivalente a charlar por horas con una mujer para intentar convencerla de hacer algo que no quiere: es una causa perdida y muy, pero muy agotadora. Después, sin embargo (y tal vez de manera similar a la metáfora), resulta profundamente tranquilizante haberlo hecho, sin importar el resultado. La sensación es la de quitarse no uno, sino todos los pesos de la vida. Como el día siguiente a un guayabo. Como si a la vez uno pudiera entregar una tesis, solucionar los problemas conyugales, jugar un gran partido de fútbol (marcando los goles más importantes) y acabar un libro maravilloso.

Sólo entonces está uno listo para el grueso del tratamiento: cuatro días de masaje ayurvédico, que consta de varias etapas. En primer lugar, una sesión de masaje general, en que dos personas se encargan de presionar cuanto músculo tiene el cuerpo. También hay un masaje en la cabeza. Cuando ya está uno plenamente relajado, empieza a escurrir un chorro de aceite caliente sobre la frente. Los olores, además, inundan la habitación y generan un ambiente de placidez absoluta. La música lo lleva a uno por bosques en primavera, y de repente, uno está a siete niveles de consciencia del planeta.

El sudafricano que se hospeda en el cuarto vecino dice que cada día tengo el semblante más relajado. Tal vez sea porque él salió del ashram a buscar lo que no se le había perdido, y contrajo una infección de hígado. En todo caso siento que ha sido profundamente positivo el tratamiento. Hace dos días soñé que mientras mi cuerpo realizaba alguna tarea que no requería mi atención espiritual, buscaba el alma de mi hijo y lo llevaba al sector del universo de donde vienen nuestras almas: arak 33. Desafortunadamente un alma tramposa nos vendió un tiquete para el vortex equivocado y acabamos en una aventura, con Jean Claude Van Dame y su hermano gemelo (aunque yo sospechaba del segundo), intentando escapar del complot de las fuerzas oscuras que no dejaban trabajar a la madre de mi primogénito.

Suena la campana. Voy por el desayuno, y empiezo mi segunda sesión de Shirodara.
India 4075047875933762338

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3 comments

Unknown said...

ya se está dando a conocer entre la blogosfera india?

Anonymous said...

pulga
man es el dia que mas me he reido. man escribe demaciado gracioso. siga que me divierte resto.
pue sman yo aca en enpal, que es menos desorganisado que la india pero igua de pobre. aedmas que aca son una mayoria de maoistas de extremailtra derecha, queriendo derrocar al rey para formar democracia. mejor icho es un cuento mas rebuscado que un capitulo de los simpson le queda de tachuela.
mino man le seguire escribiendo por aca porque ya no se cuano vuelva al ashram.
le mando un abraso y espero que sia en u estado de iluminacion activo, retorica y que todavia siga pensando que existe la "realidad".
man me gusta lo de la nueva religion, sobre todo el stand up, si lo monta sere un buen feligres o ino o como se diga jejeje
suerte

daniel g.

carolina vallejo said...

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