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viaje familiar (o de como estar en contacto con los rincones mas reconditos del alma)

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Viajar en familia, al igual que ver películas de cine porno, siempre resulta estar lleno de revelaciones personales y macabras. De repente, empieza uno descubrir explicaciones para cosas fortuitas hasta entonces, como la manera de caminar, roncar, o comer crispetas. Los hermanos de mi madre cuentan con la paciencia necesaria para desesperar un autista. Y todos, en familia, como en la teoría general de sistemas, son mucho más que la suma de sus partes. Desafían cualquier definición de calma y parsimonia que hasta el pasado viernes yo conociera, y juntos parecen ser la combinación de una señal del Apocalipsis (sobre todo porque destruyen cualquier noción posible de tiempo) con una comedia griega.

Intentar, por ejemplo, alistarlos para salir de la casa resulta una proeza, incluso si el evento en cuestión es el primer matrimonio de la familia.

- ¿Quién es el más demorado para alistarse -pregunto yo -para que se meta a la ducha de primero?

- Chorlo, -responde Callita, de manera que voy hasta la terraza donde fuma un cigarrillo para exponer mi razonamiento sobre el tiempo y la premura.

- Si, ya -responde él, completamente convencido por mis preocupaciones. Me mira, pero su atención está en el infinito. Su pensamiento, en algún lugar puntual, eso está claro, pero en ninguno específico del universo que habitamos. Sigue fumando con calma, por lo cual yo me retiro a indagar nuevamente.

- ¿El segundo más demorado?
- Morris -responde ella sin vacilar.

El reto es duro. Morris tiene una teoría según la cual toda la economía escrita después de Keynes está equivocada. Otra médica, y una más, mecánica. Y una evolutiva en la que trabaja últimamente. Y aunque capaz sería de no equivocarse en todas (espero tenga el decoro de no acertar siempre), lo que realmente es asombroso es su manera de llevarlas, cada una con tanto rigor como la siguiente, a su vida práctica. Coco, uno de los hermanos, dice que es tan terco que si se ahoga hay que buscarlo río arriba.

Fui a buscarlo. Mientras tanto, Octavio (alias Chorlo), disfruta su cigarrillo. Expuse mi razonamiento.

- ¡Pero si yo soy el más rápido en alistarme! -dice mientras teclea en el computador -que se aliste alguien más que yo me alisto en 2 minutos.

Nota técnica: no son mis sobrinos, sino mis tíos, adultos todos, los protagonistas. Como es más probable ver a Uribe contando un chiste que convencer a Mauricio, me dirigí a buscar a Coco. Reposaba, emanando alcohol por cada poro, en la cama de mi abuela.

- ¿Para dónde es que van ustedes?- preguntó con tanta gracia y convicción, que fue imposible hacer algo diferente a soltar una risa.

El día anterior, durante la escena similar que culminaba con la ceremonia de matrimonio, comentaban mientras pasaban de un lado a otro con tintos, cigarrillos y periódicos que Ligeya ya estaba brava por la demora.

- Pero es que así es Ligeya -comentaba uno a manera de solución.
- Con que salgamos de acá a faltando 10 minutos estamos sobrados -repone otro.
- Eso la novia siempre llega tarde...
- ¡Mo! -dice uno desde la puerta - ¿dónde es que es la tienda más cercana?

Andrés, el novio, entra de repente y queda estupefacto.

- Yo mejor me voy -conlcuye-. Yo que venía para apurarlos y que se fueran conmigo a la iglesia, pero no se han ni bañado. Ustedes no van a estar listos ni pa la fiesta- y sale, resignado, no sin que antes todos salgan, en piyama, a comentar el traje y le hagan algunos chistes sobre el matrimonio.

Ya en el camino, si va uno en la primera tanda, mi hermosa abuela (fiel lectora de Supercontra), ve algún supermercado y piensa en hacer unas pocas compras que le hacen falta. Morris, noble alma que le da gusto a todos los mortales en cuanta cosa puedan imaginar (diferente de alistarse rápido o cambiar de parecer), aparca el auto como si ya no fuera suficiente el afán que se llevaba. Para este punto, muy seguramente, Enid llama a preguntar por Octavio.

- Pero si él no viene con nosotros.
- ¿Cómo? ¿Entonces va solo? Pero si él no sabe dónde es...

Saber dónde es, adicionalmente, es una categoría bastante laxa que implica tener vagas direcciones, algo así como un rango de la ciudad. Chorlo, curiosamente, llega incluso antes que la primera tanda y espera pacientemente en el lugar de destino, con cigarrillo en mano. Luego, Moris sugiere ir por una cerveza, pues por obra y gracia de algún agujero de gusano, llegamos ANTES de lo estimado.

Ya en la tienda y con pola, deleitándome con los mil y un datos curiosos y precisos de Octavio sobre los temas más variados y las respectivas teorías de su hermano, empieza a llamar la segunda comitiva, que perdida en algún lugar circundante no encuentra el camino. Mientras se intercambian las direcciones más ambiguas por celular, llega un carro, evidentemente de manera accidental, a la tienda. Son ellos, apretados saludan con una felicidad conmovedora, como de quien no es consciente del retraso.

Ya sentados, pregunto yo si fueron así toda la vida, y si hay alguno que fuera cumplido y rápido para alistarse.

- ¡Su mamá! -responden en coro.

Y el punto de la historia, si es que tiene que tener alguno, es que realmente es difícil decidir después de la experiencia si me parezco más a mi madre o a mis tíos. Peor aún tener que pensar, si existe algún tipo de orden el el universo, cómo diablos surgen seres tan diferentes entre hermanos, si comparten todos genes y hogar. Yo empiezo a sospechar que, algunos de mis tíos, al igual que Heroes, tiene la capacidad de controlar el tiempo. Yo, naturalmente, me pongo ya a trabajar en los superpoderes. O, mejor, mañana. Igual hay tiempo.

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1 comment

FZ said...

Siempre lo he dichjo es una delicia leerlo.

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