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Revoluciones tecnologicoafectivas

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1.

La profesora Helen Fisher, distinguida colega de la universidad de Rutgers, sostiene entender lo que sucede entre dos personas cuando ambas sienten eso que llamamos química el resto de los mortales. Es una de las pioneras en las exploraciones del amor con imágenes cerebrales funcionales, campo de la ciencia que llevó a comparar el amor con la cocaína en términos bioquímicos. Por algún motivo, las sustancias que en un pasado remoto modulaban los minerales en el organismo (o sea las ganas de orinar) se complementan con otras tantas en lo que ella sostiene son cuatro tipos básicos de personalidad.




Con tan magno conocimiento en mano, no tenía más opción la noble antropóloga estadounidense que volverse podridamente millonaria al vender su algoritmo a un motor de búsqueda de personas en lo que es, según yo, la siguiente revolución cultural del internet: el online dating.

En Colombia, por supuesto, la reciente historia de una joven que fue mutilada por individuos que conoció por medio de Facebook la llevamos a flor de piel, razón por la cual la revolución llegará, como todo a nuestra república bananera, en bote de vapor (o banda ancha, pero solo localmente).

- Eso es cosa de gringos, que de tanto ver televisión se les ha olvidado la interacción social.

Falso. Casi la mitad de los europeos ha untado sus narices al husmear en el asunto.

- Poco sorprende: los europeos se meten por las fosas nasales lo que por ellas quepa, y se echan un polvo como quien se saca un moco. Colombia es una sociedad tradicional, con valores.

En el extremo oriente, donde Twitter y Facebook son asunto del pasado, la cantidad de parejas que se conoce por internet ya supera el número de parejas que se forma de manera tradicional. En China, eDodo es una de las redes sociales de mayor crecimiento (con tanto chinito solo a causa de la política de un sólo hijo por familia hay que tener miedo de la generación del fenómeno de la hija perdida), y en el mundo islámico servicios como Arablounge.com e Iranianpersonals.com prometen sacudir los pilares del universo musulmán.

Más aún, la rentabilidad de los servicios para encontrar pareja estimada para el 2008 en Estados Unidos era de $642 millones; pocas industrias, en plena crisis, han crecido como estos portales de internet.

¿Por qué revolución? Al igual que Facebook y Twitter, y como cualquier otra red social, dichos portales fundamentan su existencia en dos preceptos que sin lugar a dudas miden su calidad: los usuarios, por un lado, y por otro, el algoritmo de búsqueda.

En términos de los usuarios, el uso de los portales se dispersa como una epidemia que depende de un umbral (Estados Unidos parece estar al borde de superar el número crítico). En 2006, uno de cada tres estadounidenses conocía una persona involucrada en la dudosa actividad, y el número solo parece aumentar.

En cuanto al algoritmo, como las opiniones y el ojete, hay uno para cada cual. Desde sitios como 420dating.com, para encontrar parejas interesadas en fumar yerba, hasta chemistry.com, que cuenta con el sofisticado algoritmo de la doctora Fisher (Chemistry.com). El uso de estos sitios ha cobrado ya un valor social, incluso, al punto que hay unos famosos porque es donde se inscriben las personas que se quieren casar ya (eHarmony.com). Otros portales ofrecen servicios de asesoría (para escribir un perfil exitoso, o para escribirlo por uno si se le dificulta la prosa tanto como el conseguir pareja), y hay unos que hacen públicamente eso que Facebook y Google hacen con nuestra información: la analizan. Muy recomendado el blog de estadísticas de okCupid.com.

- ¡No, qué paila! -dirá el perspicaz lector de Supercontra -Tener uno que recurrir a eso para conocer a alguien...

Pero tranquilos, amigos, no tienen que recurrir ustedes a semejantes aventuras. Al igual que la doctora Fisher, y en nombre de la ciencia, yo me he zambullido en los oscuros mundos de conocer extraños por internet y ahora mismo se los voy a contar.


2.

Una de las primeras características que salta a la vista al empezar a crear un perfil es que la compatibilidad con muchas personas que uno da por sentada es cuestión de fantasía. Los algoritmos se basan en el número de veces que uno se lava los dientes al día, la duración promedio de relaciones anteriores, y el uso de sustancias psicoactivas. Algunos más especializados, como el diseñado por la doctora Fisher, recurre incluso a controvertidas medidas de la exposición a la testosterona en el útero para encontrar los mejores complementos en rasgos de personalidad. Llenar los formularios realmente se torna en un proceso de autoconocimento, donde la persona se ilumina no solamente sobre sí misma al responder asuntos fundamentales sobre temas que uno jamás se había preguntado, sino además se sorprende sobre el tipo de cosas que le molesta a la gente.

Luego, uno de los pasos fundamentales para entrar por la puerta grande al mundo de las citas con extraños, se debe componer un perfil donde uno cuenta a grandes rasgos y con gracia cosas sobre uno mismo. En caso de que ataque el bloqueo literario, por módicas sumas los servicios están dispuestos a prestarle a uno la colaboración para conseguir una cita (algo así como los amigos que hacen propaganda y dan consejos). Sin embargo, ese no parece ser uno de los impedimentos en el campo de las relaciones cibernáutas: normalmente las personas se extienden sin misericordia de quien le interese abordarlas en complicadas diatribas sobre lo que buscan en la vida.

- Yo quiero un vegetariano que sepa hacer masajes, me haga reír, y sea buen polvo...
- Yo quiero un deportista, que sea serio y sepa cocinar...
- Busco judíos que monten en bicicleta...

O, en otras palabras, una cacofonía de caprichos donde la gente expresa entre otras cosas su odio por la última pareja y el amor propio y desmedido. Naturalmente, la existencia determina la experiencia. Las mujeres, por algún motivo, se extienden en el tipo de filtros que utilizan y los requisitos que debe cumplir un pretendiente. Los hombres, bueno, he leído menos perfiles masculinos, pero creo que nosotros concentramos la energía literaria en los contactos directos más que en un perfil con requisitos. En general, como en la vida real, los hombres llevamos la responsabilidad de dar el primer paso.

Una vez en la jugada, el proceso de aprendizaje es vertiginoso. Sobre todo, porque hay muchas cosas que no funcionan. Entre ellas, no sorprende, los mensajes genéricos y los mensajes largos y ceremoniales. Al igual que en un bar o cafetería, normalmente es más efectiva una frase simple y sincera que una confesión de amor o una frase de cajón. ¡Diantres! A leer perfiles se dijo...

Luego viene un complicado proceso de teléfono roto. Carolina dice que a las niñas normalmente les gustan las fotos donde se ven bonitas, luego no es de sorprender que haya una representación que puede ser sincera, pero definitivamente incompleta. Posteriormente, el cerebro humano lleno de artimañas para engañarse a sí mismo se forma una opinión sobre los perfiles leídos a vuelo de pájaro (hay que leer tantos, que se hace una lectura en diagonal de las autobiografías) y de las fotos que escogió la afortunada señorita.

Expectativas, nervios, y un sentimiento extraño que debe ser muy similar a ser conocido públicamente como violador o exhibicionista se mezclan en una sopa de hormonas que enmarcan el encuentro. Pocas cosas positivas pueden salir de semejante mezcla, y como es de esperarse, el primer encuentro tiene más forma de desencuentro que otra cosa.

Sin embargo, después de refinar tanto técnicas como expectativas, el proceso empieza a ser bastante divertido. Conocer personas diferentes a los amigos siempre tiene algo de aventura. Lugares diferentes de la ciudad, historias sobre personas y lugares, y bueno, en general, personas que no son modelos de revista ni cuasimodos ambulantes. Personas como uno. Solitarias, aburridas de la rutina, y con la sensación de que es difícil conocer gente fuera de su círculo social. Personas que acaban de salir de una relación larga y tortuosa, personas que no logran entablar una relación duradera, personas que llevan mucho tiempo solteras, persona que quieren acostarse con alguien desesperadamente, y personas recién llegadas a la ciudad que buscan amigos para ir a cine. Gente.

3.

Y luego, cuando ya uno empieza a tomarse confianza y a sentir que aprende y se divierte en el asunto, ¡sorpresa! Los algoritmos, a veces, funcionan. Creo que tengo una novia rusa con quien en aspectos generales soy bastante compatible.

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1 comment

Eva said...

Hombre, está claro que en Internet hay que ir con cuidado. Es cierto que determinados algoritmos pueden funcionar: es el caso de be2, la web para encuentros solteros, que ofrece a sus usuarios un test de personalidad con base científica. Muchos se sienten representados en él y reconocen que las parejas propuestas encajan con ellos. Eso sí, siempre hay que tener cierto criterio y enviarse un par de mensajes antes de quedar con alguien.
Y ser precavido en las primeras citas y hacerlo en lugares públicos. Con los tiempos que corren, nos puede ahorrar muchos disgustos.
Un saludo!

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