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De cacería con los nukak

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El día apenas empezaba en San José, con muchas nubes, como es característico en esta época, en que no se sabe si será un día de lluvia o soleado. En el restaurante Mi Mamá, donde yo tenía pensado ver el partido de Falcao, los empleados limpiaban la acera para instalar las mesas. En la acera del frente la gente tomaba café. El negocio contiguo al Café Nukak es un desayunadero económico y que recomiendan mucho los locales. Las calles, como siempre, no están llenas ni hay trancón, pero los vehículos andan despacio por el mal estado de las vías. La gente camina por la calle, desde Bogotá hacia San José, a partir de Granada las normas de tránsito se relajan. A partir de Granada empieza, en cierta forma, Macondo. Pero hoy no. Hoy era Poissonville, o cualquier ciudad de un clásico de novela negra. De repente un hombre se levanta de su silla en el café, saca un revolver, y le pega tres tiros a una mujer. Luego se apunta a la cabeza, y dispara. Era su mujer, actualmente en cuidados intensivos. El hombre perdió la vida en el lugar. - Qué historia más horrible -le dije al empleado que la contaba, justo antes del partido. - ¿Por qué? - ¿No le parece? - Yo crecí acá, uno se acostumbra. Eso puede explicar por qué el personaje es tan mal mesero. En el medio tiempo del partido, cuando Falcao todavía no había marcado su soberbio gol, me levanté de la silla para atender a M y A, los dos nukaks que me esperaban atentamente para intentar vender una cerbatana que habían anunciado como pequeña. Por la pieza les ofrecen 20 mil pesos en el "Fondo de Cultura" de la gobernación, un espacio donde las artesanías locales se venden a predio de comercio justo pero se compran con espejos. Es una dura encrucijada estar en una situación así. Por un lado, los nukak se han quejado por varios días de no tener qué comer. Dicen que no tienen plata, y que las ayudas del gobierno tampoco llegan. La situación es más crítica de lo que cualquiera de nosotros, que no sabe lo que es el hambre, puede llegar a comprender. Por el otro, es extraño ser el marrano de turno del que intentan exprimir cuanto peso pueden (sin saber muy bien que podrían exprimir un poco más). El resultado, que seguro despertaría el desprecio de cualquier culturalista, fue que compré la cerbatana (y una cerbatana de puta madre, con dardos envenenados). Horas antes, me había topado con V y J, los dos tukano que viven entre la comunidad de Agua Bonita porque V está casado con M, la hermana del líder, J. Entre las diligencias del día, tuve a bien incluir la compra de un blanco para continuar el juego que tantas emociones despertó ayer. V, J, M, A y M demostraron interés en recibir un aventó hasta el resguardo para no tener que caminar. Ninguno de los 5, naturalmente, cumplió la cita para salir. El blanco que compré de un hombre alicorado a las 10 am fue un éxito en el resguardo. Hay pocas notas para el día de hoy, pues a nuestra llegada, el blanco abrió el camino, y cuando llegamos a estar en posición ya todos los asistentes habían sacado sus propias armas para empezar a disparar. Las mujeres, muy diligentes, miraban el duelo muy a manera de lo que debía ser una competencia de tiro al platillo en las colonias inglesas. Fabricaban manillas, que evidentemente acabé por comprar, para que no vendieran por 3 pesos en el fondo de cultura. Creo que voy a poder abrir un negocio de artesanías nukak tras la pequeña inversión inicial que he hecho los días anteriores. Contrasta bastante con mis últimos días antes de salir para Israel, donde quería comprar manillas pero no había sino 5 en toda la comunidad. Adicionalmente mostramos hoy la revista donde sale el artículo de los nukak, que causó mucho menos estupor del anticipado. Identificaron las personas de las fotografías, con algo de cuidado, pero pasaron rápidamente por todas las páginas, incluso las de mujeres semidesnudas en poses orgásmicas, las cuales resultaban bastante ridículas frente a las risas de la comunidad. Justo al final, antes de partir, los dos hombres de nombre A salieron de cacería. Ambos con rifle y sin cerbatana. Según dijo el mayor, la que yo compré le pertenecía a él. Sobra aclarar que no iban acompañados por un fotógrafo de Don Juan.
crónicas marcianas 6666691816838360963

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1 comment

Nixon said...

chino águila, no tengo nidea en qué anda sumercé, ni dónde ni por qué, pero qué rico leer esta crónica fresca y desenfadada, y enterarme un poquito de su vida. un abrazo, pelao!

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