Alegoría en la información
https://supercontra.blogspot.com/2006/07/alegora-en-la-informacin.html
La revista Nature recientemente publicó la lista de los 50 mejores blogs escritos por científicos. Y aunque la calidad del contenido es innegable, hay una particularidad que debería ser tomada con recelo: la publicación, como buena parte de los asuntos de reputación, se consolida cada vez más como la validación del conocimiento humano sin que necesariamente tenga fundamento. Afortunadamente hay personas que se toman el trabajo de ser escépticos, y cuestionan un poco lo que allí aparece: hace unos años, un grupo de matemáticos se dio a la tarea de revisar las metodologías utilizadas en la publicación. Las conclusiones, asombrosas. Los destacados nombres que llegaron a las páginas de la revista cometieron errores en el proceso. Y sin embargo, porque lo dice Nature, se asume como cierto. El reciente artículo según el cual el proceso de especiación entre humanos y chimpancés fue más prolongado de lo especulado también sirve como ejemplo (ha sido cuestionado en varios ámbitos académicos tanto por su metodología como por sus conclusiones).
Es claro que los blogs que el emporio del conocimiento recomienda crecerán como una tautología y se consolidarán cuando decida hacerse una segunda edición de tan selecta lista. Enhorabuena, por los que lograron quedar en la lista, pero de alguna manera es necesario divulgar otro tipo de contenidos. No porque sienta envidia, pues sé muy bien que los lectores de supercontra creen ciegamente en lo que acá se publica y que algún día la presente hará parte del selecto grupo, sino porque-a propósito de la discusión en el blog de Alejandro Gaviria- los blogs no son la única manera de divulgar estupidez. Ya con mucha elegancia, y versando sobre el mismo tema, la joven promesa de la literatura colombiana nos mostró lo que es desperdiciar un espacio editorial.
Hace unos meses en la revista Semana publicaron una serie de artículos de conducta humana fundamentados en estudios de la controvertida corriente de la sicología evolutiva y con muy poca discusión. La manera críptica como se publican los resultados (y las metodologías del censo), y los absurdos datos del gobierno según los cuales los cultivos disminuyen (Londoño probablemente asegura que la meta de acabar con ellos en un año se cumplió).
Los blogs, realmente, han hecho manifiesta la problemática de la alegoría en la información. A medida que desaparecen las jerarquías, a medida que somos capaces de leer lo mismo que quienes divulgan la información, menos sentido tienen los mecanismos tradicionales de validación por referencias o instrumental. Lo paradójico parece ser que el mecanismo de validación se vuelca entonces sobre la reputación.
Es claro que los blogs que el emporio del conocimiento recomienda crecerán como una tautología y se consolidarán cuando decida hacerse una segunda edición de tan selecta lista. Enhorabuena, por los que lograron quedar en la lista, pero de alguna manera es necesario divulgar otro tipo de contenidos. No porque sienta envidia, pues sé muy bien que los lectores de supercontra creen ciegamente en lo que acá se publica y que algún día la presente hará parte del selecto grupo, sino porque-a propósito de la discusión en el blog de Alejandro Gaviria- los blogs no son la única manera de divulgar estupidez. Ya con mucha elegancia, y versando sobre el mismo tema, la joven promesa de la literatura colombiana nos mostró lo que es desperdiciar un espacio editorial.
Hace unos meses en la revista Semana publicaron una serie de artículos de conducta humana fundamentados en estudios de la controvertida corriente de la sicología evolutiva y con muy poca discusión. La manera críptica como se publican los resultados (y las metodologías del censo), y los absurdos datos del gobierno según los cuales los cultivos disminuyen (Londoño probablemente asegura que la meta de acabar con ellos en un año se cumplió).
Los blogs, realmente, han hecho manifiesta la problemática de la alegoría en la información. A medida que desaparecen las jerarquías, a medida que somos capaces de leer lo mismo que quienes divulgan la información, menos sentido tienen los mecanismos tradicionales de validación por referencias o instrumental. Lo paradójico parece ser que el mecanismo de validación se vuelca entonces sobre la reputación.
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