Clase del 96
https://supercontra.blogspot.com/2006/07/clase-del-96.html
El pasado 21 de Julio cumplí (junto con otras 118 personas) 10 años de graduado, y no quería dejar pasar la oportunidad sin escribir algo. Y es que de ver a la misma gente durante 13 años, uno acaba por sentir algo, y con la nostalgia de una década y la ambigüedad de la memoria, uno acaba por pensar en el colegio como época de oro, y de alguna manera acaba por darle un poco de sentido a lo que uno es.
Sin embargo, tengo que decir que no siempre la pasé bien en el uniforme de Harry Potter y con gente que cría la empleada y el chofer. A pesar de vivir en una posición increíblemente cómoda, por algún motivo en el Anglo siempre me sentí un poco incómodo por mi posición social. En mi casa siempre había problemas de plata y no íbamos todas las vacaciones a Miami o a Cartagena. Después, mucho después, pude ver que realmente era un privilegiado, pero en esos años una extraña sensación de que no pertenecía ahí me aglutinó con una serie de personas que corrían la misma suerte que yo. Los plays derrochaban juguetes, juegos de video y dulces importados (antes del revolcón). El selecto grupo de mujeres que se llevaba todos los suspiros (cuando, en realidad, mi promoción estaba llena de mujeres hermosas e inteligentes que los habrían ameritado mucho más) sólo se acercaba a mí para pedirme dinero prestado para la tienda, o para alguna explicación.
Del proceso quedó una lista de amigos tan raros como el grupo terrorista de Acción Mutante y una manera extrañísima de relacionarme con las mujeres, las dos, características que agradezco profundamente en la actualidad: tengo alma de nerd y soy un tipo fiel. Casi no aprendo a bailar, pero en un despecho infernal algunas amigas me sometieron a terapia de sobreexposición.
En general, tengo que admitir que desprecio el ambiente que hay cuando estoy con más de 4 personas que no son de mi grupo íntimo (como si nunca hubieramos dejado de ser niños, cada vez que los veo revivo esas emociones), pero también tengo que reconocer que algún cariño le tengo a cada persona de mi promoción.
Me enamoré profundamente dos veces (y tal vez más) pero una de ellas jamás le dirigí la palabra a la susodicha, y el mejor puesto que logramos en la UNCOLI de fútbol fue el subcampeonato en benjamines. Un día, en transición, me hice popó y el día lo llevo grabado en la memoria hasta hoy. En segundo de primaria me copié por primera y última vez en un examen de matemáticas, y Kike me acusó. Coy, uno de mis grandes amigos de primaria, quería ser boxeador como Gallito Ramírez, y yo no sólo pensaba que lo iba a conseguir, sino que yo iba a ser su amigo cuando lo lograra: hace unos días me lo encontré, está casado, tiene un(a) hijo(a), y estudió administración. Recuerdo las peleas de Mario Londoño con Teodoro, y Luky con Carvajal. En quinto de primaria, Dumpa se robó una pulsera de Paloma en Villa San Francisco, y durante unas semanas los demás ocupantes del cuarto nos sentimos tan perseguidos como Pablo Escobar. Un inglés loco que llegó como profesor montó el club de alpinismo y nos llevaba a escalar a Suesca. En 10 Santiago Castaño sacó las llaves del carro de Carolina Pastrana del sanitario, y desde entonces no he visto un héroe más particular. Pasé por profesores que son una total vergüenza para la pedagogía, y otros que de una manera u otra motivaron algún interés en mí. Jamás tomé, o conocí alguien que lo hiciera, los cursos de Esperanto de Miss Bertha. En séptimo uno de mis amigos fue suspendido por tener marihuana en el colegio, y aunque tuve fama de drogadicto toda la vida buena parte de quienes me la montaron son bastante más proclives al consumo de sicoactivos que yo. Sentí que descubría la literatura y la filosofía, y en los paseos de Cayetano desarrollé mi gusto por viajar. Odié profundamente a grupos de personas, sólo para más tarde tener que tragarme mis palabras y, por ejemplo, enamorarme profundamente de una de las personas que más urticaria me daba.
Con el tiempo, crecimos (un poco), y las diferencias se fueron disipando. El año en el que nos graduamos, todos parecíamos grandes amigos, y ahora, muchos años después de graduado, son pocas las personas que no me alegra encontrarme. Para los 10 años tampoco se hizo ninguna celebración, y la verdad es que no sé si hay algo que nos una y de lo que pueda decirse que nos constituye como un grupo. Sin embargo, creo que todos nos preguntamos lo mismo, y eso es, en últimas, lo que nos une.
Para terminar, un odioso ejemplo de egolatría: una cita de mí mismo. En mi página del anuario (con la que perdí la virginidad en términos editoriales) culminaba con una frase que entonces me pareció sabia y hasta ahora no he podido superarla.
"I am glad that all this happened, and that it will never happen again." (era obligatorio escribir en inglés)
Sin embargo, tengo que decir que no siempre la pasé bien en el uniforme de Harry Potter y con gente que cría la empleada y el chofer. A pesar de vivir en una posición increíblemente cómoda, por algún motivo en el Anglo siempre me sentí un poco incómodo por mi posición social. En mi casa siempre había problemas de plata y no íbamos todas las vacaciones a Miami o a Cartagena. Después, mucho después, pude ver que realmente era un privilegiado, pero en esos años una extraña sensación de que no pertenecía ahí me aglutinó con una serie de personas que corrían la misma suerte que yo. Los plays derrochaban juguetes, juegos de video y dulces importados (antes del revolcón). El selecto grupo de mujeres que se llevaba todos los suspiros (cuando, en realidad, mi promoción estaba llena de mujeres hermosas e inteligentes que los habrían ameritado mucho más) sólo se acercaba a mí para pedirme dinero prestado para la tienda, o para alguna explicación.
Del proceso quedó una lista de amigos tan raros como el grupo terrorista de Acción Mutante y una manera extrañísima de relacionarme con las mujeres, las dos, características que agradezco profundamente en la actualidad: tengo alma de nerd y soy un tipo fiel. Casi no aprendo a bailar, pero en un despecho infernal algunas amigas me sometieron a terapia de sobreexposición.
En general, tengo que admitir que desprecio el ambiente que hay cuando estoy con más de 4 personas que no son de mi grupo íntimo (como si nunca hubieramos dejado de ser niños, cada vez que los veo revivo esas emociones), pero también tengo que reconocer que algún cariño le tengo a cada persona de mi promoción.
Me enamoré profundamente dos veces (y tal vez más) pero una de ellas jamás le dirigí la palabra a la susodicha, y el mejor puesto que logramos en la UNCOLI de fútbol fue el subcampeonato en benjamines. Un día, en transición, me hice popó y el día lo llevo grabado en la memoria hasta hoy. En segundo de primaria me copié por primera y última vez en un examen de matemáticas, y Kike me acusó. Coy, uno de mis grandes amigos de primaria, quería ser boxeador como Gallito Ramírez, y yo no sólo pensaba que lo iba a conseguir, sino que yo iba a ser su amigo cuando lo lograra: hace unos días me lo encontré, está casado, tiene un(a) hijo(a), y estudió administración. Recuerdo las peleas de Mario Londoño con Teodoro, y Luky con Carvajal. En quinto de primaria, Dumpa se robó una pulsera de Paloma en Villa San Francisco, y durante unas semanas los demás ocupantes del cuarto nos sentimos tan perseguidos como Pablo Escobar. Un inglés loco que llegó como profesor montó el club de alpinismo y nos llevaba a escalar a Suesca. En 10 Santiago Castaño sacó las llaves del carro de Carolina Pastrana del sanitario, y desde entonces no he visto un héroe más particular. Pasé por profesores que son una total vergüenza para la pedagogía, y otros que de una manera u otra motivaron algún interés en mí. Jamás tomé, o conocí alguien que lo hiciera, los cursos de Esperanto de Miss Bertha. En séptimo uno de mis amigos fue suspendido por tener marihuana en el colegio, y aunque tuve fama de drogadicto toda la vida buena parte de quienes me la montaron son bastante más proclives al consumo de sicoactivos que yo. Sentí que descubría la literatura y la filosofía, y en los paseos de Cayetano desarrollé mi gusto por viajar. Odié profundamente a grupos de personas, sólo para más tarde tener que tragarme mis palabras y, por ejemplo, enamorarme profundamente de una de las personas que más urticaria me daba.
Con el tiempo, crecimos (un poco), y las diferencias se fueron disipando. El año en el que nos graduamos, todos parecíamos grandes amigos, y ahora, muchos años después de graduado, son pocas las personas que no me alegra encontrarme. Para los 10 años tampoco se hizo ninguna celebración, y la verdad es que no sé si hay algo que nos una y de lo que pueda decirse que nos constituye como un grupo. Sin embargo, creo que todos nos preguntamos lo mismo, y eso es, en últimas, lo que nos une.
Para terminar, un odioso ejemplo de egolatría: una cita de mí mismo. En mi página del anuario (con la que perdí la virginidad en términos editoriales) culminaba con una frase que entonces me pareció sabia y hasta ahora no he podido superarla.
"I am glad that all this happened, and that it will never happen again." (era obligatorio escribir en inglés)
5 comments
Tuviste mucha suerte, en verdad te envidio.
Ojalá tuviera algún buen recuerdo del colegio.
Que lástima que no tomaste el curso de esperanto!
Mi estimado y bien recordado Pulga (como bien el colegio supo llamarle durante 13 años y todavia lo acompaña)
Yo, al igual que usted me acorde de la fecha. Recorde (desde mi humilde rincon y perspectiva anglistica), otras anecdotas, las mismas pero con mas hiperbole tal vez afectadas por el velo de la memoria, puntos de vista, odios y amores unidos todos en el mismo sancocho de color verde y gris. Ahora que estamos regados por esquinas tan diferentes del mundo, aun con recelo a ponernos un saco verde oscuro, recordamos no sin una sonrisa y una que otra mala mueca que ellos y ud y yo somos complices de algo. Crecer. Quien iba a pensar que 10 años mas tarde estaria celebrando y recordando con usted por internet. Va un whiskey (de los que le gustan) por ud y todos los que decoraron, mancharon sin querer y compartieron esa epoca.
No tengo ni la más remota idea. Diría que Jimy, pero no sé qué podría estar haciendo en Francia. ¿Alguna pista?
De paso, se me olvidó recordar dos frases célebres que creo nos marcaron a todos.
1. Nos fuiiimooooo, de Darío, cuando nos sacaba a correr fuera del colegio.
2. History is about people, McLellan.
Frio frio. Pero esta bien le doy una pista. "What are we? rooodneyyy!"
¿Será acaso, Jimenita? Si me equivoco, exijo una pista personalizada, un recuerdo común.
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