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Un bombillo en la caverna


(Un pequeño intento de reírme de mí mismo)

Un buen día en la academia
Se fundió un foco en la biblioteca
En plena sala de profesores

  • A cambiarlo! -se dispuso un estudiante graduado
(Nadie supo qué hacía allí, aprovechando el café de la greca) 
  • No te apresures -dijo el de pipa.
  • Debes tener en cuenta el contexto 
  • Hace falta una problematización metodológica -dijo el último miembro de aquel cuerpo de  jurado improvisado. 

Sin levantar la vista, se elevó una voz en la plenaria:
  • Que sea LED el nuevo, para salvar el planeta.
  • Mejor luz amarilla, es más saludable.
  • Podríamos probar con luz de vela.

El episodio, obviamente, ameritaba comité.

Se formó un grupo consultor donde cada participante aceptó a regañadientes.

  • Yo he estudiado por 20 años los mercados de energía.
  • Yo estudio El Poder, desde Foucault, que en últimas es el mismo fenómeno.
  • ¡Abajo el imperialismo Yankee!

Se habló de Edison y de Nikola Tesla:

  • ¿Sabías que jamás se supo su secreto para generar energía infinita? 

Pasaron los días y la biblioteca seguía en penumbras, con acaloradas discusiones en los pasillos. El comité sugirió consultar la dependencia responsable de planta física para solucionar algunas dudas. La respuesta: H3, B71Y, i-24, formularios a diligenciar para cada etapa del proceso. Y por supuesto, una copia de cubrimiento por riesgos profesionales de todos transeúntes, por si acaso. 

Algunos consultaron la biblioteca con linternas, fósforos, y luz de celular. Otros lo hicieron a ciegas. 

Pasados los meses sin solución aparente, una mañana todas las luces del edificio fueron reemplazadas en un procedimiento de rutina. En la biblioteca se instaló una luz roja, por solicitud previa de algún docente (aunque nadie recordaba haber elevado tal pedido). 

La única decisión unánime del comité, en toda su historia, fue retirar el bombillo FF0000.

Cuando el asunto llegó por azar a feliz término (nadie supo cómo se arregló el problema), ya era demasiado tarde. La sala no volvió a ser ocupada. No porque se hubiera perdido el hábito. Mucho más grave. Se había perdido la greca. 

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