Sonrisa de una noche electoral

 

Amanece el país con un nuevo aire tras la jornada electoral de primera vuelta presidencial. Los resultados parecen haber salido de la caja de pandora, en la cual no hay rincón político satisfecho, y todos despertamos tras una larga noche de copas en la cual no se tiene consciencia de la serie de eventos inexplicables que acabaron por hacer que uno despertara con un tigre de Bengala en la recámara. Difícil juzgar en caliente, quizás con un tiempo se decanten los sentimientos, las emociones y podamos ver con algo de perspectiva una jornada que sin duda pasará a la historia, cuando menos, como una velada de resultados inesperados. Quizás como algo más, ya veremos.

Algunos pensamientos sueltos, no sin antes aclarar que yo llegué a esta jornada como a pocas, con un desinterés muy grande y con muy bajas expectativas, y hoy me despierto con una sensación muy positiva por ciertos desenlaces. 

1. El fin del uribismo

Muchos sospechábamos que Duque, Molano y Zapateiro acabarían por sepultar el uribismo, la fuerza que ha permeado y marcado la pauta en todas las elecciones de los últimos 20 años. Yo sospecho que para Uribe no hay cárcel que sea peor castigo que la irrelevancia, y la muerte política que representan estas elecciones es sin duda una de las más dolorosas para el caudillo. Lejos de perder en franca lid, en una batalla de cuerpo a cuerpo, el uribismo ha sido relegado a la intrascendencia por la traición de su electorado. La lealtad, sin duda, es uno de los valores más importantes para ellos, se ha esfumado en el aire. Ha sido una gran derrota para el gobierno y su partido, para Vicky Dávila, Semana, los Gilinsky, y demás partícipes del cluster político que hereda una larga tradición de votaciones de un país tradicionalmente de derecha. Esperemos que sea el fin de una era donde ni siquiera existe el discurso vacío de rigor para decir que se van a investigar denuncias de asesinatos de niños y mujeres embarazadas por parte del Estado, de circos diplomáticos de pusilánimes idiotas con delirio de caballeros Jedi, entre un muy largo etcétera. No ha muerto la derecha de un país tradicionalmente godo, pero claramente ha implotado una narrativa que finalmente cae de rodillas después de pegarse innumerables tiros en los pies.

2. La saturación de la manipulación de redes 

Por muchos años he observado las redes sociales como alternativa para entender las elecciones y fenómenos políticos. Los resultados de la primera vuelta son absolutamente atípicos y marcan una ruptura, a mi juicio, con la historia reciente. A diferencia de Trump y Bolsonaro, Rodolfo tuvo poca presencia en Twitter, la red de mi predilección para análisis político, no porque sea la más utilizada sino porque marca de una manera clara el News Cycle por parte de ciertos candidatos como Trump y Bolsonaro. Es un instrumento claro para controlar la narrativa, el debate, y es usado muy hábilmente por estos supertrolls para generar una polémica tras otra y ser tendencia, en una embestida de sinrazón que no da tiempo para detenerse y decantar una salida en falso porque siempre hay un escándalo más reciente, en el cual solo hay una noticia posible: la última ocurrencia absurda y la incapacidad colectiva para procesar un ritmo tan frenético de sandeces. En estas elecciones las redes y las encuestas marcaron tendencias similares hasta unas pocas semanas antes del sufragio. Fico, en particular, estuvo siempre muy fuerte en segundo lugar desde que fue el elegido por la coalición de derecha, y por el contrario, Rodolfo estuvo prácticamente ausente. No creo que esto marque el fin de la manipulación en redes, pero sí definitivamente un derrotero sobre la saturación del público y el electorado al odio y las narrativas promulgadas allí, y desarticuladas del sentir colectivo.

3. El discurso del odio consume

De manera similar al uribismo con Santos (y solo digo que en este aspecto se parecen, no que sean propuestas políticas iguales), el petrismo enfocó todos sus esfuerzos en destruir a Fajardo y al centro como alternativa política. Fueron tan eficientes en su ardua labor, como bien lo reconoció su propia representante, que rompieron no solo a sus votantes sino también a Fajardo mismo, un candidato que ya de entrada no era elocuente perdió completamente la confianza en sí mismo y se volvió una fábrica de memes. El petrismo, lejos del discurso de amor que profesan, se regocija con lascivia en hundir cada vez más a un candidato derrotado hace muchos meses, quizás años, con la convicción de que están dando muerte a la posibilidad de no alinearse con Gustavo. Pero el panorama político cambió debajo de sus pies, como el uribismo, su antagónico natural, el petrismo no se ha percatado de que el eje tradicional Farc-castrochavismo vs. antiuribismo repentinamente se volvió obsoleto, y que ya no es una alternativa viable quedarse en una pelea casada con un villano entregado a la derrota. Al romper a Fajardo, el petrismo no ha conocido los límites y se rompió a sí mismo.

4. Petro como animal político

Es una paradoja que probablemente la mejor campaña de Petro hasta el momento, la más estructurada y con asesores de mayor calidad, sea hoy amenazada por un discurso vacío y contestatario. En su afán por volverse un animal político viable, Petro ha encarnado esa misma promesa liberal que se ha reencauchado varias veces en la política colombiana, como Santos y López: el anhelo de unir a un país dividido entre centralismo y regionalismo con una receta patentada, una pizca de asesores, algo de participación de movimientos sociales, corrupción y clientelismo en sus justas proporciones, y un animal político capaz de cabalgar esa bestia indómita ensillada. Poco a poco, por montar la bestia antes de ensillarla, acabó por prometer lo mismo que tantos otros caudillos antes que él, y representar una opción de cambio que cada vez promete menos cambio. 

En mi opinión, hubo grandes avances de los resultados electorales. El fin de una era de política desgastada (que ha dejado muchos muertos a manos del Estado) e incapaz de renovarse para afrontar los retos del país y el mundo actual, el fin de "lo que diga Uribe" como política y fuerza electoral, la ruptura de la lógica binaria del espectro político basado en dos caudillos, y un reto enorme para el nuevo engendro del animal político colombiano que como un ave fénix se niega a morir y renace constantemente de este país, una constante fábrica de cenizas. ¿Será este el primer reto de una larga lista de dificultades que tendría que afrontar la presidencia de Petro? Sin duda, será un duro juicio a su talante y a esa promesa de gobierno, si es capaz de mantener la cohesión de su proyecto mientras le da un giro necesario, porque en las cuentas más sencillas, los votos de Fico van para Rodolfo sin que el ingeniero tenga que mover un dedo, por el simple odio que despierta Petro en la derecha. La pelota está en la cancha de Petro, veremos si muestra talante de estadista, o predomina el destacado senador que ya todos conocemos. Hoy nos despertamos con un animal político herido.