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Por las barrancas de Bogotá

Algunos pensarían que el Río Bogotá está tan muerto que no podría florecer ni un mal pensamiento. Y es cierto, en ocasiones el paisaje es reminiscente de Mordor, y parecería que el agua tiene un hechizo malvado capaz de matar cualquier vida que lo toque o respire. Sin embargo, el sábado tuve la fortuna de navegar por buena parte de la cuenca media, y pude ver los famosos patos sabaneros que yo pensé estaban extintos, y vislumbrar el proyecto que hay en torno al cuerpo de agua. ¿Podría Bogotá ser una ciudad fluvial?

Desembocadura del Río Arzobispo/Juan Amarillo

Embarcando en la calle 80, junto al puente de guadua.

Otra foto de la desembocadura, donde se puede ver en la orilla derecha la estela que deja la combinación de las aguas.

Bernardo Herrera, profesor del programa y gestor del recorrido junto con Andrea García, una de las alumnas de la clase. 

Con mucho cuidado de no caer al agua.

5 minutos después de embarcarnos, el motor se detuvo. Flotamos a la deriva en el río varios minutos, para hacer investigación participativa.

El ingeniero del proyecto, a quien solo conocí por ese nombre. 


Los resultados son bastante alentadores. No es una iniciativa política, más allá de que el actual alcalde quiera echarse flores. Ha sobrevivido cambios de mandato de varios alcaldes, presidentes, y funcionarios. Es una colaboración de entidades distritales, departamentales y nacionales. Cuenta con un préstamo del Banco Mundial por US$250 millones (puede que en mi cifra falten algunos ceros), que incluye seguimiento permanente, y el principal motor han sido sentencias perentorias, y extremadamente específicas de un par de magistrados (una de las cuales está suspendida).

Algo que me llamó mucho la atención al discutir con el delegado de la CAR (un ingeniero vinculado al proyecto), fue que él considera que los mayores retos y logros hasta ahora son sociales: destacable, la reubicación efectiva de 150 familias en condición de vulnerabilidad extrema, con un efecto muy positivo sobre su calidad de vida; el mayor reto, una educación ambiental efectiva, que cambie el chip de los ciudadanos para cuidar el río como una fuente de vida. Curiosamente, lo que yo pensaría es el zeitgeist de la cuestión, la calidad de las aguas, no parece ser uno de los mayores obstáculos, pues se espera que en los próximos 10 años el río tenga aguas de calidad 4. En la actualidad, buena parte del río es calidad 4, pero después de la desembocadura de varios afluentes-cloacas, baja a 8 y está completamente muerto.

Nosotros embarcamos en la calle 80, junto al puente de guaduas. Aguas arriba, se puede llegar hasta el puente de la virgen --¿notan el tono Tolkien de la aventura? -- mientras que hacia el sur, se puede echar remo hasta Soacha (o como lo llama Peñalosa, más allá de la muralla).

Nosotros hicimos un pequeño recorrido al norte, hasta la desembocadura del Arzobispo/Juan Amarillo. Antes de la desembocadura, es posible ver patos nadando en las aguas y pastizales en los bordes del nivel del agua. Al desembocar el agua, justo después de una planta de tratamiento que no da abasto (trata 4 m3 por segundo, se espera duplicar esta capacidad), la calidad del agua del Río Bogotá baja dramáticamente. De ahí en adelante empiezan a caer una serie de desagües ilegales que son la estocada final. A la altura del aeropuerto el olor es bastante fétido y no hay rastro de vida en el espectro que conoce la biología tradicional.

Una de las tareas de la CAR en este momento es hacer el seguimiento de todas las descargas de agua, ya que en la sentencia está claramente demarcada qué responsabilidad le compete a qué institución, so pena de cárcel para los funcionarios si no se cumple.

Como la paz que acaba de firmar el país, que será todo menos perfecta, este es un nuevo intento de descontaminar el río, pero también de que los bogotanos nos apropiemos y dejemos de darle la espalda. Parecería ser un lema de este momento de la historia en políticas públicas, aprender de los errores del pasado y verlos como aprendizajes. Personalmente, salí muy ilusionado del proyecto y lo que puede representar para Bogotá, en todo sentido. Obviamente son las palabras del funcionario que presenta el proyecto con un sesgo muy positivo, pero a veces que una persona hable con convicción sorbe una causa dice más que los datos que pueda revelar.

Lo mejor de todo: el recorrido fue gestionado por los conductos regulares, radicando una carta explicando que queríamos conocer el proyecto. Recomiendo mucho hacer el plan.

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