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lecciones de salud pública para la explotación minera en Colombia



Uno de los desastres ambientales más graves que vive el país actualmente, es la minería desenfrenada. Desde mi área de investigación, es impresionante la asociación que existe entre malaria y minería por una multiplicidad de factores: las intervenciones en los ríos generan piscinas de aguas estancadas y deforestación, el hábitat óptimo para el mosquito. Por el lado humano, la migración de personas de diferentes lugares del país (o incluso de otros países), se vuelve el caldo de cultivo perfecto de individuos infectados (algunos traen infecciones de otras partes, en ocasiones asintomáticas o difíciles de detectar en pruebas microscópicas) y susceptibles, justo las condiciones necesarias para que se pueda dispersar el parásito en una epidemia. Para terminar, un tercer factor que aumenta la probabilidad de brotes es la presencia de mercurio en las aguas, pues es inmunosupresor, así que las personas cuentan con menos resiliencia en su organismo.


En Colombia, la última década de eventos epidemiológicos de la malaria ha sido bastante particular: el país, por muchos años, tuvo una proporción estable de casos P.vivax:P.falciparum = 2:1, los dos tipos de malaria más frecuente. Sin embargo, en la última década esta proporción se invirtió dos veces, y dejó a todos los malariólogos viendo un chispero, pues esta era una de las "verdades" aceptadas por todos (la proporción de casos de cada especie se mantenía estable a pesar de aumentos y reducciones en el número de casos). Además, dicho cambio es muy pertinente en términos de salud pública, ya que P.falciparum es más peligrosa. En conjunto con Andrés Ángel, Felipe González, y Camilo Rivera (acá el preprint, espero pronto hacer un post sobre ese artículo cuando se publique), estudiamos la malaria desde una perspectiva epidemiológica y encontramos algunas explicaciones a estos fenómenos. Entre ellos, la minería parecía coincidir con los clusters donde se precipitó el cambio epidémico, pero nos quedó solo a manera de hipótesis la idea.

Ahora, con datos del Observatorio Colombiano de Minería y gracias a la colaboración con Leonardo Güiza, tengo la oportunidad de verificar si nuestra intuición del artículo con análisis topológico de datos (TDA), es correcta. Hace meses estamos trabajando en temas que relacionan la migración (particularmente de venezolanos, donde hay una emergencia no reconocida que nos vamos a demorar décadas en mitigar), la minería, y los brotes de malaria. Este trabajo en proceso es en colaboración con Vladimir Corredor, profesor de genética en la Universidad Nacional, y esperamos trabajar también de la mano de otros colegas que han hecho las publicaciones con las cuales se da cuenta del fenómeno en Colombia.


Resultados:


 Mapa 1: Minería de oro en Colombia. Datos del Observatorio de Minería, de la Universidad del Rosario. La escala es logarítmica para visualizar más fácil las diferencias entre los lugares donde es muy intensiva la minería y donde no lo es tanto.


Mapa 2: Casos de malaria causada por infección con P.falciparum en Colombia, 2007-2016. 

Resultados del modelo de regresión espacial. Latitud y longitud son descompuestos en un polinomio para controlar los efectos no lineales. Es un modelo muy sencillo de asociación entre malaria y minería. Corrí muchos modelos, y todos encuentran una estrecha relación.



Mapa 3. Coeficientes de un modelo de regresión localmente ponderado. Se puede ver que hay lugares donde se observa una relación positiva entre casos de malaria y minería, y otros donde la relación es negativa (hay malaria a pesar de que no hay minería de oro). En el bajo Cauca y Magdalena, y en la región central del Chocó, se observa una relación positiva. Esto corresponde con los hallazgos del artículo anterior, donde esbozamos esta hipótesis, y donde un modelo encontró el cluster de manera automática.

Mapa 4. Diferencias estadísticamente significativas (en verde). Podemos observar que en la región Pacífico, y el bajo Cauca, la relación observada entre malaria y minería, es significativa. En estos lugares varía, en algunos es positiva (más minería, más malaria), mientras que también observamos clusters geográficos de malaria en el Pacífico sur, donde no hay minería (en los datos obtenidos, que son de 2011). También se puede ver que en el Guaviare hay una relación estadísticamente significativa.  


Conclusión:

Si bien son resultados muy preliminares, este ejercicio tan simple ha logrado identificar las zonas donde la minería está estrechamente asociada con un riesgo de salud pública. Si bien no es novedoso asociar la malaria con la minería, a mi entender, este ejercicio es el más completo, gracias a los datos del Observatorio de Minería, y el primero en el cual se analiza explícitamente la relación espacial y su heterogeneidad de estas dos variables.

Estos resultados sugieren que aquella doble inversión de las proporciones de poblaciones de parásito en los últimos diez años, estuvo estrechamente asociada con el auge de la minería. En otras palabras, el súbito aumento de la demanda internacional de oro estuvo asociado a un cambio en los patrones epidemiológicos de la malaria en Colombia: el tipo de parásito más peligroso, el que existía en menos proporción y de manera muy estable desde hace 50 años (tal vez más), súbitamente aumentó en las zonas con minería de oro. Ese tipo de minería donde con frecuencia se transforman territorios del tamaño de Bogotá en piscinas de lodo envenenado, donde confluyen las poblaciones más vulnerables de territorios muy diversos, algunos con crisis humanitarias. Ese tipo de minería donde pululan los mosquitos. Un resultado muy importante en términos del proyecto de desarrollo del actual gobierno: la política de minas, necesariamente, debe estar relacionada con programas de salud pública. Allí donde se explote un recurso mineral, es necesario:

1. Hacer una caracterización epidemiológica de la población (qué enfermedades padecen, en qué proporciones, según grupos étnicos y etarios)
2. Realizar monitoreo de cambios en dichos patrones. Esto ya lo hace el ministerio de salud, que cuenta con una red bastante grande. Sin embargo, es crucial fortalecer estas redes, particularmente en los lugares donde hay explotación de recursos que transforme el uso de suelo y la cobertura vegetal de manera significativa.
3. Diseñar y ejecutar campañas de salud pública específicas para los perfiles epidemiológicos que hay en cada lugar, priorizando los focos en lugares mineros.

Es muy importante anotar que esta relación se encontró con este método sencillo para oro y malaria. En el país se reportan ~52 enfermedades al sistema de vigilancia de salud pública de manera semanal, y existen datos para explotación en . El sistema es muy bueno, y es abierto al público (solo hay que asistir a una capacitación, y es muy fácil). También hay datos para explotación minera de  Los académicos podemos ayudar a realizar estos perfiles, que en ocasiones son difíciles para el sector público ya que viven en un día-a-día muy agitado y lleno de asuntos urgentes, que no dejan tiempo para este tipo de análisis.

Si el gobierno es serio en un plan de desarrollo basado en la explotación de minerales e hidrocarburos, que tenga impactos sobre el bienestar de la población y no solo enriquezca a las corporaciones (este es uno de los mayores retos en explotación minera, no solamente en Colombia), su plan de acción debe necesariamente incluir proyectos de salud pública asociados a los impactos que cada tipo de explotación tenga sobre el bienestar de la población. Tal vez, digo yo, los proyectos de minería y explotación de hidrocarburos deberían incluir beneficios en políticas de salud pública que mitiguen los impactos que causan. Es barato (para los costos que manejan), les vendría bien un poquito de PR positiva, y sin duda la red de vigilancia se vería muy beneficiada de una mirada un poco más eficiente de lo que en ocasiones es la pública, sobre todo para atender fenómenos dinámicos.

Digo yo. Habrá quienes lo consideren absurdo.



opinión 5811415017386383066

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